27/05/2020
Me escribieron muchos líderes y pastores pidiéndome el mensaje del domingo por escrito.
Esta es una des grabación LITERAL de algunas frases de “Deja libre a mi pueblo”.
Copien, peguen y háganlo viral, gente.
PD: Para los que no les gusta leer: "NO estoy diciendo que abriré las puertas y no me importan las regulaciones; porque luego siempre hay un miedoso que escucha lo que quiere escuchar. Dije que no lo haré bajo estas condiciones del Faraón".
“DEJA LIBRE A MI PUEBLO”
El Estado no tiene autoridad para despojarnos de nuestro llamado.
El Estado no puede despojarnos de la función pastoral; debemos perder el miedo y regresar al llamado original. Después de todo, es el UNICO que tenemos. Nunca se nos fue dado un plan B; al menos yo no lo tengo.
Esto que quieren abrir, NO es Iglesia. Ese no es el concepto de Iglesia y nunca lo será. No podemos abrir los templos aconsejado por asesorías de abogados.
“Nadie me dirá: Abre los templos, pero no vayas muy lejos; no dejes entrar a los enfermos. Mídele la temperatura y si crees que pueden contagiar al resto, mándalos a casa.
No pueden impedirme que imponga las manos o que los unja con aceite, “basado en prudencia”.
Ya fuimos prudentes cuando nos pidieron que nos encerráramos para bajar la curva del contagio.
Aún cuando nos dijeron: “Pierdan sus empleos, cierren sus negocios que tanto les costó construir, despidan a los empleados y muéranse de hambre en sus propias casas”; en ese entonces, fuimos prudentes.
Pero ahora, quien tiene un llamado genuino, no puede aceptar el concepto de “indefinido”. O “hasta nuevo aviso”.
¡Alguien tiene que cuestionar lo indefinido o esto será la nueva normalidad para siempre!
La nueva normalidad no nos permitirá ser la Iglesia que Dios nos mandó a ser.
Y el que cree que es “por ahora”, para cuando se de cuenta que fue timado, será demasiado tarde para reaccionar.
Y si los 15 millones de ab**tos no me exigieron que cambie mi manera de servir a Dios, no lo hará una pandemia con 2 % de mortalidad.
¡La Iglesia no puede entregar su autoridad y acobardarse!
El estado, no me puede decir como obedecer a mi llamado, así como no le puede decir a un médico como hacer su trabajo.
Esto un bozal legal, son cadenas egipcias o Babilónicas; basado en el miedo. El liderazgo no puede, no debe, tener miedo.
Si el Señor no discriminó a los leprosos, yo no discriminaré a alguien que está enfermo. Es todos o nadie.
River es una Iglesia para gente rota, gente enferma, gente necesitada y gente contaminada.
Y cuando abramos el templo, si es que lo abrimos, y eres de los que tienen miedo, será mejor que no vengas; seguramente habrá otras congregaciones que discriminen a los enfermos, los niños y los viejos y dejen entrar solo a los jóvenes y sanos.
River será para todos o para nadie.
Yo no estoy negándome al sentido común de desinfectar, a la asepsia, a lo que es funcional y lógico de una pandemia.
Lo que me niego es a algo que va contra mi llamado y las convicciones que me han traído hasta aquí, tan solo porque algunos quieren usar esta pandemia para sus propios intereses ocultos.
Que quede claro: Yo no dejaré a los enfermos afuera.
Los ministros brindamos a la comunidad un servicio esencial, contención espiritual, consejería, instrucción, oración, ministración emocional.
Asistencia en las crisis, en la enfermedad, en el duelo, en las necesidades básicas, oramos por los enfermos para que Dios los sane, e imponemos las manos sobre ellos.
Eso hacemos señores; salvamos vidas, a eso nos dedicamos. Tocamos leprosos, visitamos lechos de muerte, nos metemos en los hospitales, oficiamos funerales ¿se acuerdan?
Abrazamos enfermos y a veces el solo abrazo, los cura del alma. Nadie tiene derecho a cambiar la atmósfera de fe de las Iglesias.
¿Como le negaremos la entrada a un desposeído o enfermo?
Yo no estoy dispuesto a poner seguridad en las puertas que le digan a la gente enferma o a quien tiene mas de 60 años: “Lo siento, el Pastor los ama, pero no hay lugar para ustedes aquí”. Nunca más me atrevería a predicar que el Señor dijo que “por sus llagas hemos sido curados”, si yo tengo miedo a que me contagien.
Yo no estoy dispuesto a dividir las familias.
Ninguna gestión demócrata que abre las clínicas de ab**to y considera que las licorerías son esenciales, me intimidará a que deje a los niños en sus casas, porque dejar a los niños afuera, es también dejar a sus madres o sus padres sin poder entrar.
No podemos negociar nuestros niños o nuestros ancianos.
Está comprobado que un estado abortivo, intenta que dejemos el semillero en casa. Si logran que no instruyamos a nuestros niños, la Iglesia desaparecerá antes de la próxima generación.
Yo no abriré el Arena, sin dejar entrar a nuestros niños.
No me importa lo que hagan las demás Iglesias o los demás Pastores. Yo nunca condicioné mi llamado preguntando a otros: “¿Y vos que vas a hacer?” y luego hacía lo mismo que la mayoría. Jamás habría ido a un estadio o habría rentado Disney, por ejemplo.
Cada Pastor dará cuenta por el rebaño que le fue asignado.
Fui, soy y moriré siendo el Pastor de los jóvenes.
Yo no abriré el Arena, sin dejar entrar a nuestros niños.
Si permitimos eso, se levantará una generación que no conocerá a Dios. No dejaré que nos roben el relevo. Yo no dejaré a mis hijos en casa.
En este protocolo también nos dicen que no podemos dejar congregar a los ancianos. Dejar a los ancianos afuera, es quitarnos el cúmulo de la sabiduría y el poder de la honra.
Y yo llegué hasta aquí por tener a ambas como bandera:
Por el consejo de los ancianos y por honrarlos, y no renunciaré a eso.
Va contra mi propio juramento hipocrático. Si no pueden ordenar a un médico que no salve la vida de un niño o un viejo, tampoco me lo ordenarán a mi.
No quiero que me mal entiendas: NO estoy diciendo que abriré las puertas y no me importan las regulaciones; porque luego siempre hay un miedoso que escucha lo que quiere escuchar.
Dije que no lo haré bajo estas condiciones del Faraón.
Hay cosas que no le competen al César, y el no tendrá las llaves de un Reino para el cual no está capacitado para Gobernar.
Lo siento, pero este Reino te supera, César, está muy por encima de tu paga. Así que, le diré al Gobernador de California, Mister Gavin Christopher Newson: así es como funcionará esto, de ahora en más:
"En el Reino de Dios hay una cadena de mando y va hacia arriba, no hacia abajo; usted se me queja conmigo, yo a mi oficial superior; yo no me quejaré con usted, ni delante de usted".
A partir de ahora, usted lidiará con las plagas y este será un asunto entre usted y Dios; tanto usted como la Organización Mundial de la Salud (independientemente de la pésima gestión y falta de transparencia que han tenido para con esta pandemia, que ya es de conocimiento público).
Sucede que los cristianos solemos quejarnos con quien está por debajo de nuestro rango; pero las quejas suben, nunca bajan. No ganamos nada quejándonos en una plaza, Dios necesita UN solo hombre que se ponga en la brecha entre los mu***os y los vivos.
Estoy consciente que muchos ministerios están al borde de la quiebra y eso no les permite pensar con claridad.
Las deudas, y los gastos fijos suelen ser malas consejeros y pueden atentar contra nuestras convicciones.
Gracias a Dios, River es una Iglesia sólida, madura y fuerte; nos preparamos por años, precisamente para un momento como este.
Nuestra familia no ha cesado de sembrar generosamente.
No se trata de ingresos, sino estaría diciendo que quiero abrir bajo cualquier condición.
No necesitamos “abrir como sea” para poder recaudar. Una consagración bajo los parámetros de Egipto no sirve.
Este es mi código de honor, no renunciaré a el:
Sirvo a Dios desde los 19 años y no es la primera vez que me enfrento a un presidente o un gobernador caprichoso.
La gente necesita ver que los líderes tenemos un buen par de zapatos puestos. Ya no los convenceremos con declaraciones proféticas o congresos de empoderamiento que solo congregan los creyentes de siempre.
No soy un rebelde ni quiero reinventar la rueda, pero no permitiré que el patrón de “religión cobarde” me diga lo que debo hacer.
Se me ha ordenado levantarme y brillar; no levantarme y reflejar.
He sido llamado a ser una voz, no un eco que repite el miedo de los que dicen “Un servicio a Dios no es mas importante que la vida”.
Me rehúso a reducir mi llamado a una denominación, una generación, una moda, un lugar geográfico, o una afiliación política.
No seré reducido a una lección de historia, ni permitiré que el temor de otros religiosos enjaulados, inhiba mis proezas en el Señor.
Hace falta valentía para romper las filas de las ovejas clonadas. La valentía nunca se cultiva en la multitud.
Hemos llegado al umbral de la decisión.
O crecemos y cosechamos; o nos transformamos en borregos asustados, entregando las llaves del Reino a tipos que no tienen el mínimo temor de Dios y ni siquiera lo conocen.
Ese es mi compromiso como Pastor de River Church:
No somos solo una religión con esteroides.
Tampoco somos un conjunto de reglas morales o un club que orinan agua bendita. Somos lo mas lejos de un museo de santos. Somos familia. Somos gente rota en reparación.
Hay aquí empresarios y desocupados. Profesionales y amas de casa. Legales e indocumentados. Divorciados y matrimonios felices.
Hay de todas las razas y naciones; y de todas las edades.
Y anduvimos tres años por el desierto, sin tener donde congregarnos y las iglesias anglos nos cerraron las puertas.
Yo fui entrenado en las laderas salvajes con osos y leones; así que no aceptaré pelear contra Goliat con una armadura del estado.
El me dijo que recibiera a todos. Que jamás discriminara a nadie y El nos respaldaría en crecimiento, finanzas y honra.
Me dijo que alguien en reparación y tan falible como yo, no puedo pretender una Iglesia de gente perfecta.
River es una Iglesia para los que estuvieron en el fuego y todavía huelen a humo.
Los que vivieron en un chiquero y huelen a puerco.
Para los que llegan en pedazos, y aún no pueden armarse.
Para los que llegaron heridos, llevan años y aún no sanan del todo. Para los que son salvos, pero están en un largo proceso de cambio.
Para los veteranos sobrevivientes de las guerras de la vida.
Los que tomaron el último helicóptero de salida de Saigón sólo para regresar a casa y sentir que tienen un hogar.
No somos los que condenamos el ab**to y luego esquivamos a las madres solteras.
No somos los que condenamos el divorcio pero si un matrimonio está en problemas, decimos que ya no pueden servir.
Así que, como imaginarán, no dejaré a niños, enfermos, viejos o contagiados de Corona-virus, fuera de River.
Tengo cuatro hijos. Y ningún Gobierno del mundo, bajo ninguna excusa y detrás del protocolo que sea, me dirá: “Solo puedes salvar a uno o a dos de ellos, hasta nuevo aviso, es la nueva normalidad por tiempo indefinido”.
Claro que no, sea quien sea, hallará a un padre aquí.
Tendrán que atravesar mi cadáver primero.
“Y Moisés Se puso entre los vivos y los mu***os y se detuvo la plaga” (Números 16:46)
Eso se llama valentía. Y nuestros líderes deberían estar hechos de eso.
Si abrimos el Arena será para todos, o nunca mas lo abriremos y nos congregaremos en una plaza; no podrán reprimir y dispararles a miles y miles de hispanos que adorarán a Dios al aire libre.
Seré el predicador de las calles y los estadios abiertos, o cualquier lugar en donde no tenga que echar a nadie que quiera adorar a Dios.
Pero desde ya, no se las haré fácil: el Gobernador, la Organización Mundial de la salud y todos los que están mu***os de miedo; tendrán una espina clavada en el talón.
Y tarde o temprano saldremos a la calle, ustedes tendrán que elegir. Y si me meten preso, haremos una movilización de miles frente a la cárcel.
Por eso vuelvo a repetir, a mi batallón asignado del ejército de Dios:
Estamos en tiempo de guerra y entramos bajo ley marcial.
Les hablaré como vuestro Comandante en Jefe de las fuerzas armadas del Reino de Dios.
Quédense en vuestra posición hasta recibir una nueva orden.
Soy vuestro líder y estamos juntos en esto.
Cuando entremos en combate yo seré el primero en entrar en batalla y el último en retirarme.
Estaré allí hasta que el faraón deje libre al pueblo de Dios.
Y no abandonaré a nadie, ni vivo ni mu**to.
Todos, niños, adultos y viejos, regresaremos a casa; como debe ser.
Fuimos y somos soldados. Todos o nadie. Esto es Iglesia.
¿Acaso hay alguna otra manera?
"Deja libre a mi pueblo" -Dante Gebel