21/11/2025
Donde el juego abraza lo que tiembla
En estas fotos, una niña acomoda sus peluches como quien ordena un pedacito del alma.
Los toma con cuidado, los aprieta un poquito, los busca un lugarcito donde nadie quede afuera.
Y mientras lo hace, sin saberlo, va contando su propia historia.
Porque a veces los miedos no salen en palabras,
salen en las manos.
En cómo protege, en cómo sostiene, en cómo mira si todo quedó bien.
En su juego, aparece ese temblor que no siempre dice,
ese susto chiquitito que vive dentro,
esa inseguridad que todavía no sabe nombrar.
Pero también aparece lo más hermoso:
el amor que la rodea.
Ese amor que su familia le da cada día,
y que ella reproduce en miniatura:
algo así como un espejo del hogar que la sostiene,
de los brazos que la han levantado,
de las miradas que le han dicho “tú estás a salvo aquí”.
Cuando acomoda a sus muñecos,
es como si dijera:
“Yo sé lo que es cuidar… porque me cuidan.”
“Yo sé cómo se siente proteger… porque me protegen.”
“Yo sé dónde poner lo que duele… porque he aprendido a no cargarlo sola.”
El juego le abre espacio al alma.
Y de pronto, lo que antes era solo un n**o,
se transforma en un susurro,
luego en una palabra,
y después, en una historia que se atreve a salir.
En esas manos pequeñas hay una fuerza enorme:
la fuerza de una niña que, aun con miedo,
se atreve a sentir.
Y en ese atreverse, vuelve a encontrarse con el amor de su familia,
ese amor que la acompaña, la abraza y la recuerda:
que no está sola,
que su corazón tiene casa,
y que todo lo que duele, también puede repararse.