05/11/2025
¿Qué pasa en la mente de una mujer que se queda donde la destruyen?
¿Por qué se adapta al dolor, se silencia y llama amor a lo que la está matando?
Todo comienza con un hombre narcisista, alguien que necesita sentirse admirado, temido y obedecido.
Al principio se muestra atento, detallista, protector… pero en el fondo no ama, posee.
Controla con palabras dulces, manipula con culpa y destruye con autoridad.
Cuando ya tiene dominio sobre la mente de la mujer, no necesita gritar: con una sola mirada ella se siente culpable.
Con un solo silencio, la hace dudar de su valor.
Desde la psicología, el narcisista actúa desde la necesidad de poder.
Idealiza, devalúa y descarta: primero te hace sentir única, luego te humilla, y al final te convence de que sin él no eres nada.
La mujer, confundida y vacía, entra en una dependencia emocional.
Ya no busca amor: busca sobrevivir sin que él se enoje.
Y lo más doloroso es que esto también ocurre dentro de la iglesia.
Sí, hay ministros, pastores y líderes con corazones narcisistas,
hombres que usan la Biblia para dominar, para callar a sus esposas,
para justificar su machismo y revestir de “autoridad espiritual” lo que en realidad es abuso.
Toman la Palabra y la tuercen a su conveniencia, olvidando que Jesús nunca oprimió a una mujer, sino que las levantó, las dignificó y les devolvió voz.
Desde lo espiritual, esto no es un matrimonio, es una atadura.
El enemigo se disfraza de “orden” para mantener el control.
Pero Dios no habita donde hay miedo, sometimiento ni humillación.
Dios no te pide aguantar golpes, ni callar insultos, ni vivir sin dignidad.
Dios te pide sanar, liberarte y volver a verte como Él te ve: valiosa, amada y capaz.
Mujer, si un hombre usa la Biblia para quebrarte,
no está guiado por el Espíritu, sino por su ego.
El verdadero amor no te controla, te cuida.
No te apaga, te impulsa.
Y no te esclaviza, te hace libre.
Dios no quiere verte destruida…
Dios quiere verte viva.