07/09/2025
Un parto es también una travesía hacia lo más profundo de sí: navegar hacia lo más profundo y a veces denso y oscuro, hacia lo que normalmente no queremos ver. Mirar debajo de la superficie, ahondar en el inconsciente para ver qué hay allí y desligarnos de lo que otros han puesto y no nos corresponde, para conectarnos con lo que realmente somos.
Acompañando a Katherin por varios días para dar a luz a Salomé vivimos cada día el desprendimiento de capas cada vez más profundas. Viviendo el proceso en un territorio dónde crecí e hice labor en muchos sentidos. Hilando y tejiendo historias de esas maneras tan sorprendentes que parecen casualidades casi absurdas pero que en realidad son las sincronías mágicas y poderosas del universo. Acompañadas por el poder de las plantas, de los sueños, de los símbolos y de las sincronicidades. Caminamos también por el territorio recibiendo su fuerza, conectando con nuestra gente, varixs de ellxs con la que no compartíamos hace años aunque el vínculo sigue vivo.
Así como amo partear en el territorio que me acogió hace unos años y en el que vivo; amo y amé hacerlo en este, en el que también viví tantas historias y en el que me sembré de tantas maneras.
Este ser que nace viene a tejer y también a conciliar: fueron días profundos de ir conciliando y sanando heridas viejas para nacer libre de todo eso que no le corresponde.
Inmensa gratitud a Katherin por su confianza y a Jefferson por acompañar y sostener. Bienvenida y bendecida Salomé, naciendo en un territorio de mi corazón.
Aquí en un atardecer, durante la labor de parto, en la desembocadura del Humedal la Conejera en el río Bogotá, que en ese punto está vivo. Un lugar muy bello, poderoso y precioso para mi porque hace parte de mi historia de muchas maneras