01/12/2025
Yo sé que en tu corazón había un deseo muy genuino:
que él hubiera sido ese hombre con el que soñabas una relación bonita, estable y recíproca.
Esa ilusión era real, y es válido sentir tristeza porque no se dio.
Pero también sé que, si eres honesta contigo, la realidad ha sido otra.
Tú misma viste una y otra vez que no te trataba con el amor, el respeto ni la consideración que necesitas para sentirte segura.
Viste conductas que te hicieron daño:
las mentiras, las medias verdades, la manipulación emocional,
ese juego constante de hacerte dudar de ti…
como si tu dolor fuera exageración
y como si él siempre fuera la víctima de todo.
Y tú lo sabes:
esa relación te dejó más preguntas que certezas,
más ansiedad que paz,
más heridas que motivos para quedarte.
Aun así, tu corazón se aferra a la idea de “lo que pudo ser”,
y es normal…
porque cuando queremos bonito, nos cuesta aceptar que amar no es suficiente.
Pero escúchame algo con el alma:
perder a alguien que no estaba dispuesto a cuidarte no es una pérdida… es un acto de liberación.
Lo que hoy duele, un día te va a mostrar que estabas intentando construir una vida con alguien que ni siquiera podía sostenerse a sí mismo.
Sé que ahora parece lo peor que te pudo pasar.
Pero con el tiempo —y te lo prometo— vas a entender que en realidad fue lo mejor:
porque te sacó de un lugar donde te apagabas poquito a poco,
te salvó de una vida entera sintiéndote insuficiente,
y te abrió el camino para encontrarte con alguien —incluyéndote a ti misma—
que sí sepa amar desde la verdad, desde el respeto y desde la responsabilidad afectiva.
No perdiste al amor de tu vida.
Te alejaste de quien no sabía, no podía o no quería amarte como merecías
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