20/11/2025
Hoy, en este Día del Psicólogo, no celebro una profesión. Celebro un acto profundamente humano: el encuentro.
Ese instante en el que dos historias se sientan frente a frente y, sin decirlo, reconocen su fragilidad compartida.
Acompaño a otros a buscar respuestas, pero a veces descubro que lo más valioso no es encontrar certezas, sino aprender a habitar las propias preguntas.
Veo dolores que no tienen nombre, heridas que nadie ve, batallas silenciosas que se libran cada día.
Y en medio de todo eso, aparece algo que siempre me conmueve: la capacidad de seguir. La capacidad de reconstruirse, incluso desde las grietas más profundas.
Ser psicóloga es caminar un trecho del alma de otra persona sin intentar cambiar su destino, solo iluminando el terreno para que pueda ver sus propios pasos.
Es recordar que todos, absolutamente todos, somos un poco frágiles… y un poco infinitos.
Hoy honro a quienes me permiten entrar en sus laberintos internos y confían en que juntos encontraremos una salida —o, a veces, una manera más compasiva de habitar ese espacio.
Gracias por enseñarme, cada día, que el verdadero trabajo terapéutico no es dirigir, sino acompañar; no es interpretar, sino escuchar; no es sanar, sino sostener mientras cada uno descubre su propio modo de renacer.
Feliz Día del Psicólog@.
Feliz día a quienes, desde la sombra o desde la luz, siguen apostando por la vida interior.