22/11/2025
En el campo de la salud mental tendemos a hablar de bienestar como si fuera un proceso individual, desligado de las condiciones sociales, históricas y territoriales que atraviesan la vida de las personas. Sin embargo, desde una perspectiva psicológica interseccional —y especialmente en contextos como el colombiano— es imposible comprender el malestar emocional sin reconocer cómo género, clase social, racismo, violencia y ausencia estatal configuran la experiencia cotidiana de quienes acompañamos.
La ansiedad, la tristeza o el agotamiento no aparecen en el vacío. Se expresan en cuerpos que han vivido desigualdades, en historias familiares cargadas de rupturas, en territorios marcados por la precariedad o la violencia, y en contextos donde la calma no siempre ha sido una opción disponible. Comprender esto no es politizar la salud mental sino hacerla más honesta, más rigurosa y más humana.
Comparto este análisis como invitación a cuestionar los modelos universales de bienestar y a reconocer que la salud emocional necesita leerse desde la realidad de cada persona, no desde estándares que ignoran las condiciones que la atraviesan.