25/11/2025
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🧬 Explicación científica .
1. El ácido hialurónico no se comporta igual en todos los planos ni con todas las técnicas. Cuando se inyecta en planos profundos y estables —como periostio o compartimentos grasos fijos— actúa como material reconstitutivo, capaz de recuperar proyección, ángulos y vectores perdidos. Aquí, el gel funciona como un “pilar” biomimético que reemplaza soporte estructural y reequilibra tensiones faciales. Este comportamiento depende de la cohesividad, tan δ y grado de reticulación del producto, que determinan su capacidad para sostener carga y resistir deformación.
2. En planos superficiales o dinámicos, el mismo ácido hialurónico se comporta como relleno, es decir, un modulador de contorno que suaviza transiciones, mejora la luz y corrige vacíos sin cambiar la arquitectura facial. En estos estratos, la prioridad no es la proyección sino la integración tisular, la capacidad de deslizarse sin generar irregularidades y la interacción con la red de colágeno/elastina. Por eso los gels de baja cohesividad o menor G’ son más adecuados para zonas móviles o finas: se integran, no soportan carga.
3. Entender la diferencia entre “rellenar” y “reconstruir” es lo que define un resultado natural. Una técnica estructural bien ejecutada no busca volumen, sino restaurar anatomía funcional: puntos de anclaje, equilibrio del tercio medio, soporte de la zona malar y contención ligamentaria. Al contrario, cuando un gel estructural se usa como relleno —o viceversa— aparecen los problemas: migración, pseudovolumen, sombras no fisiológicas o pérdida de definición. La ciencia es clara: el producto correcto en el plano correcto es la verdadera prevención del envejecimiento.