12/09/2025
Una historia que nos recuerda por qué estamos aquí 💛
En nuestro camino como voluntarios, hay emergencias que marcan la vida y que trascienden más allá de la sirena de una ambulancia o el uniforme naranja. Hay momentos en los que el corazón late más fuerte que la rutina, y entendemos que nuestra labor no solo es salvar vidas, sino también abrazar la esperanza.
Hace unos días, en medio de un llamado por una situación de agr3sión, lo que más nos conmovió no fue el caos del momento, sino el llanto suave de un bebé de apenas dos meses. Un pequeño, frágil y prematuro, que vivía en un ambiente difícil: con una madre sumida en el alcohol y un padre que recurría a la vi0lenc!a. En su cuerpecito se notaba el hambre, la desnutrición y el descuido, signos de una infancia que pedía ayuda a gritos silenciosos.
Ese instante nos recordó que ser socorristas no es únicamente atender heridas o trasladar pacientes; es también ofrecer humanidad, ternura y protección a quienes no pueden defenderse. Ese bebé fue recibido con todo el cuidado posible: se cambió, se alimentó, se bañó en cama y se vistió con ropa nueva que los propios voluntarios compraron. Pañales, baberos y hasta un poco de calor humano fueron la respuesta inmediata al vacío que el abandono había dejado en su vida.
Mientras pediatría confirmaba el delicado estado de salud del niño —anemia, desnutrición y complicaciones derivadas de una alimentación inadecuada—, nuestros voluntarios permanecieron cerca, acompañándolo como si fuera suyo. Porque en esos momentos no importan los títulos ni los protocolos, lo único que cuenta es la vida que se sostiene en los brazos.
Hoy, ese pequeño está bajo el cuidado del ICBF, con la esperanza de un futuro distinto, rodeado de atención y cariño. Y aunque su historia apenas comienza, nos deja una lección profunda: la niñez es sagrada, y todos somos responsables de protegerla.
En la Defensa Civil Duitama nos sentimos orgullosos de haber estado allí, no solo como socorristas, sino como seres humanos dispuestos a darlo todo por los más vulnerables. Porque cada niño merece un comienzo digno, y porque nuestro compromiso es, y siempre será, estar listos en paz o emergencia.