07/11/2013
La vitamina C es la encargada de sintetizar el colágeno, un componente importante para los vasos sanguíneos, los tendones, los ligamentos y los huesos. También sintetiza el neurotransmisor norepinefrina, la carnitina -importante para el transporte de grasa a las células-, y está implicada en el metabolismo del colesterol a ácidos biliares. Por si fuera poco, la vitamina C es un antioxidante y es capaz de regenerar otros antioxidantes como la vitamina E.
La vitamina C es la mejor medicina para el sistema inmune, ya que está ampliamente demostrado que aumenta la producción de leucocitos -células blancas-. De esta forma, nuestro cuerpo reacciona mejor a los ataque externos, limitando la posibilidad de enfermarnos.
Además, la vitamina C promueve la vasodilatación y evita la coagulación, ayudando a las personas con arteroesclerosis, hipertensión y disminuyendo las posibilidades de un ataque al corazón. Sus propiedades antioxidantes pueden mejorar y prevenir los síntomas de diabetes, producida por un aumento del estrés oxidativo.
Consumir dosis altas de vitamina C permiten mejorar la esperanza de vida y la calidad en pacientes con cáncer, siendo especialmente significativa la administración por vía intravenosa.
La vitamina C también es fundamental para la belleza de la piel -combate el eczema y la psoriasis-, ayuda a mejorar la anemia -es recomendable consumir el hierro con un jugo de naranja, por ejemplo-, mejora la calidad de vida de personas con asma y alergia, e incluso algunos dicen que puede mejorar la fertilidad masculina y mejora los síntomas de la menopausia en las mujeres.
La vitamina C fortalece huesos, dientes y encías, mejora la visión y nos ayuda a evitar la depresión.
La Vitamina C es la herramienta número uno antienvejecimiento.
Los estudios acreditan la Vitamina C como la hormona de la longevidad, además de considerarse de excelente ayuda en los procesos cicatrizantes luego de una intervención quirúrgica, siendo recomendado su uso al momento del procedimiento.