05/03/2025
Las pérdidas no siempre son tangibles. A veces, duelen en lo invisible, en lo que ya no es, en lo que dejamos de ser. Perder un vínculo, una rutina, una certeza o incluso una parte de nuestra identidad puede afectar profundamente nuestra salud mental.
El duelo no solo ocurre tras la muerte de alguien, sino también con los cambios abruptos, las despedidas no planeadas y los caminos que nos obligamos a dejar atrás. Cada pérdida implica un proceso de adaptación en el que la mente y el corazón buscan nuevas formas de equilibrarse.
Aceptar, resignificar y reconstruir son pasos esenciales para seguir adelante sin ignorar el dolor, sino dándole un nuevo sentido.
Porque al final, como decía Mario Benedetti:
“Cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo.”
Y en esos minutos, nos reencontramos, nos reconstruimos y aprendemos a vivir con lo que fue, pero también con lo que aún puede ser.