La primera sede de la funeraria en Quibdó funcionó en el barrio La Alameda, ubicada entre carreras cuarta y quinta, e instalada en el primer piso de las famosas Residencias Su Papá. Luego esa sede comercial fue trasladada a la carrera séptima, que a su vez Don Guillermo utilizó como negocio y residencia. Otra sede de la funeraria, funcionaba de manera paralela en los alrededores del Hospital San Francisco de Asís, más exactamente en el primer piso de la antigua sede de lo que antes fuera el Club de Leones de Quibdó.
Para la época, en dichos locales solo se prestaban los servicios de venta de cofres y algunos otros insumos ligados al ritual fúnebre. Pero también se organizaban sepelios. La preservación de los cuerpos era realizada en una forma poco técnica, más bien de manera rudimentaria y artesanal, con hierbas y productos locales como el borojó.
Muchas veces, cuando las personas fallecían por muerte natural, los familiares se las arreglaban para que el cuerpo del fallecido al menos durara un día, y de esta manera dar a los parientes y conocidos que vivían lejos, una espera para que estos pudieran estar en la última despedida. Algunas veces la preservación de los cuerpos también se hacía en la sede de Medicina Legal, ya que la funeraria no estaba preparada para hacer este tipo de procedimientos.
Con todas las desventajas de la época (precariedad en el servicio de energía, transporte, logística) la funeraria se las arregló siempre para atender las 24 horas, servicio que hasta hoy se mantiene.
La sala de velación
En 1985, Don Guillermo adquiere un gran lote en pleno centro de Quibdó (Carrera séptima con calle 24), allí construye la nueva sede donde consolidaría de manera definitiva sus negocios, y del que elimina el nombre de Granero Popular para adoptar el de Almacén Los Mineros. En este nuevo espacio y esta nueva etapa, se deja el negocio de abarrotes y se fortalece la compraventa de oro y platino, lo mismo que la venta de insumos para la minería: dragas, motobombas y repuestos.
La funeraria también adquiere otra dimensión, al contar con un área propia en un espacio más amplio. La venta de cofres e insumos funerarios se mantiene de manera regular y la preservación de los cuerpos y el servicio toman otra dimensión.
La actualidad
Hoy, tras el impulso iniciado por su fundador, y después de su sensible fallecimiento el 3 de febrero de 1998, la funeraria se ha convertido en una gran empresa que cuenta con una acogedora sala administrativa, tres salas de velación amplias y modernas, tres carrozas fúnebres, un espacio para la preparación de los cuerpos y una planta de empleados de 24 personas, quienes cuentan con la formación, calidad y calidez necesarias para la prestación de un servicio funerario eficiente las 24 horas del día, los 365 días del año.
Además, se cuenta con un amplio portafolio de tres planes de Previsión Exequial adaptados a la cultura y las necesidades de las familias chocoanas. La floristería, especializada en arreglos y motivos fúnebres, continúa siendo una de sus áreas más solicitadas. El paquete lo completa la nueva Unidad de Duelo, que presta sus servicios de manera gratuita a los afiliados y a la comunidad en general.
Para atender la gran demanda de servicio en el territorio, se creó una sucursal en el municipio de Istmina, que atiende a los otros 12 municipios del área del San Juan. En el municipio de Medio San Juna (Andagoya) se cuenta con un local para proveer la zona de cofres, en el servicio funerario, y una segunda sucursal en el municipio antioqueño de Vigía del Fuerte, apoya la misión de La Esperanza en el Urabá chocoano.
Las proyecciones a futuro, prevén la construcción de un gran Parque Cementerio a las afueras del municipio de Quibdó, en la vía que conduce a la zona del San Juan. Será un espacio moderno que contará con amplias instalaciones: capilla, crematorio y todos los servicios propios de una gran funeraria. De seguro, esta idea revolucionaria también generará cierta incertidumbre, como en sus tiempos la generó la sala de velación, implementada por el visionario Guillermo Arriaga Mosquera. Pero La Esperanza no se detiene y se mantiene firme en su idea de continuar siendo, la primera gran funeraria del departamento del Chocó.