07/11/2025
Cuando no sabemos quiénes somos, es fácil terminar haciendo lo que otros desean. Eso en Logoterapia se denomina "totalitarismo": vivir bajo la voluntad ajena, sin cuestionar, sin elegir. Y a veces, sin darnos cuenta.
Y si no nos obligan, igual cedemos:
“Quiero lo que todos quieren.”
“Sigo lo que todos siguen.”
“Me adapto, aunque no me haga sentido.”
"Creo en lo que todos creen"
"Sueño con lo que todos sueñan"
Eso en Logoterapia se denomina "conformismo": desear lo que otros hacen, sin preguntarse por qué.
¿Por qué caemos en eso?
1. Vacío existencial: Cuando no hay propósito, cualquier dirección externa parece válida.
2. Miedo a la exclusión: Preferimos encajar que confrontar, incluso si eso nos aleja de nosotros mismos.
3. Fatiga emocional: Pensar por uno mismo requiere energía. A veces, seguir es más fácil que elegir.
4. Aprendizaje social: Si todos lo hacen, debe estar bien. ¿Para qué cuestionar?
5. Evitar la responsabilidad: Si hago lo que otros quieren, no tengo que asumir las consecuencias de mis elecciones.
Viktor Frankl lo vio con claridad: “El hombre no está destruido por el sufrimiento, sino por el sufrimiento sin sentido.”
Llega el día en el que deberás elegir si tu proyecto existencial lo orienta tu sentido personal o si vivirás sometido a "hacer lo que otros quieren" o "querer lo que otros hacen".
El sentido no se impone ni se copia. Se descubre y hay formas de lograrlo. Y cuando lo encuentras, ni el totalitarismo ni el conformismo pueden robarte tu libertad interior.
¿Estás viviendo desde el centro… o desde la base?
¿Lo que haces te representa, te dignifica, te conecta con lo que importa?
Porque tu vida merece dirección, no obediencia vacía.