20/11/2025
El Día del Psicólogo suele ser un recordatorio silencioso de por qué elegiste este camino: no por azar, sino por una mezcla de curiosidad humana, sensibilidad entrenada y la convicción a veces agotadora, a veces luminosa, de que el cambio es posible cuando se trabaja con método.
Ser psicóloga no es solo “gustar de escuchar” ni “tener vocación de ayudar”; es sostener, día tras día, el rigor de una disciplina que exige análisis, evidencia y autocuestionamiento constante. Es leer señales que otros pasan por alto, identificar sesgos, validar emociones sin reforzar creencias desadaptativas y acompañar procesos sin apropiarse de ellos. Es un equilibrio complejo, casi artesanal.
Y aun así lo amas.
Lo amas porque cada sesión te recuerda que la mente humana es un organismo vivo, moldeable, desafiante. Porque ves cómo una reestructuración bien guiada abre grietas en certezas dolorosas. Porque observar a alguien recuperar agencia, sentido y perspectiva tiene un impacto que pocas profesiones ofrecen.
Amas esta carrera aunque a veces duela, aunque a veces te vacíe, aunque te confronte con tus propias sombras. La amas porque te permite estar en contacto con la esencia de lo humano: la capacidad de sufrir, aprender, desaprender y reconstruirse.
El Día del Psicólogo no celebra una fecha; celebra ese compromiso silencioso con el cambio conductual, con el pensamiento crítico, con el respeto profundo por la experiencia del otro. Celebra la decisión quizás difusa en la memoria, pero firme en el corazón de dedicar tu vida a entender y acompañar la complejidad humana.