Psicóloga Dra. Adriana Ortíz A.

Psicóloga Dra. Adriana Ortíz A. Psicología clínica, para adultos, infanto-juvenil, psicoterapia de pareja, psicoterapia on line.

https://wellness-bridge.com/ Ser o no ser... madre.He ahí el dilema.En un tiempo donde los hijos a menudo son reemplazad...
11/05/2025

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Ser o no ser... madre.
He ahí el dilema.
En un tiempo donde los hijos a menudo son reemplazados por mascotas, donde la libertad personal y la realización individual se valoran más que nunca, pareciera que esta generación está desistiendo, poco a poco, de la idea de tener hijos.
“Los tiempos están difíciles”, dicen algunos.
“No quiero renunciar a mí misma”, dicen otros.
Y tienen razón.
Porque ser madre es, probablemente, la labor más difícil que puede experimentarse. No existe otra que desgaste tanto el cuerpo, la mente, el alma. Desde el embarazo hasta el parto, todo es un preludio de lo que vendrá: un camino sin regreso, un pacto vitalicio. Una vez que eres madre, lo serás hasta el último aliento. Ya no eres solo tú. Un pedazo de tu corazón se ha partido y se ha ido con cada hijo que has traído al mundo.
Pueden crecer, volar, construir sus propias vidas, pero nunca —nunca— dejarán de ser tus hijos.
Y tú, curiosamente, nunca serás la misma madre para todos.
La maternidad se transforma con cada hijo. Te vuelves una versión diferente de ti misma, moldeada por sus necesidades, sus temperamentos, sus historias.
Nadie nos enseña a ser madre. Vamos a ciegas. A tropiezos. Usando las herramientas que tenemos a la mano: lo aprendido (y lo no aprendido) en nuestra propia familia, lo que juramos repetir y lo que prometimos nunca volver a hacer. Cargamos con heridas abiertas, recuerdos dulces, duelos no resueltos, sueños idealizados… y con todo eso nos lanzamos, sin manual, sin garantías, al vértigo de criar.
Nuestros hijos se convierten en espejo.
Y lo que reflejan… depende de lo que había. Bueno o malo. Sin filtros. Sin adornos.
Ser madre es la experiencia donde el dolor más profundo y el amor más sublime conviven en la misma piel. Es una paradoja viva. Para que ese pequeño ser sobreviva, una madre tiene que hacer su primera gran renuncia: la narcisista. Dejar de ser el centro, para que el otro exista, y desde ahí, lentamente, volver a encontrarse. Porque sí: para ser madre también debo ser mujer... y para ser mujer, no solo debo ser madre.
Ahí es donde muchas quedamos atrapadas.
Queremos ser madres al 100%, esposas amorosas, profesionales competentes, pero la vida no reparte porcentajes exactos. La exigencia interna y social nos revuelca. Queremos hacerlo todo y queremos hacerlo bien. Y cuando comprendemos que eso es imposible, nos agotamos, colapsamos. Y muchas veces terminamos soltando, resignadas, uno de los tantos frentes que intentábamos sostener a la vez. No somos mamás perfectas, hacemos lo que podemos con lo que tenemos. Para ganar algo, renunciamos a algo, así funciona la vida, y la maternidad no se escapa de eso.
Sí, ser madre empieza con la duda de si seré capaz, si estaré a la altura, pero con el tiempo, llega una certeza profunda: la maternidad así como como está llena de duelos, también está llena de gratificaciones.
Estoy segura que el amor que siento por mis hijos hace que cada renuncia, cada crisis, cada desvelo haya valido la pena.
Y si tuviera que repetir cada instante, cada caída, cada reconstrucción... lo haría mil veces, si eso significara tenerlos a ellos aquí, conmigo, otra vez.
Dedicado con todo mi amor a Ariel, Josué y Naty.
Ustedes son mi razón, mi espejo, mi corazón caminando por el mundo.
Gracias por enseñarme, con cada día, lo que significa verdaderamente ser madre. Son mis mayores maestros. Los amo.
Atte: mamá.
Feliz día de la madre en muchas partes del mundo!

A veces insistimos en encajar en relaciones, trabajos o entornos que simplemente no son para nosotros. ¿Y si el problema...
04/05/2025

A veces insistimos en encajar en relaciones, trabajos o entornos que simplemente no son para nosotros. ¿Y si el problema no eres tú, sino el 'zapato'? Mereces un lugar donde puedas ser tú sin dolor.
💬 ¿Te ha pasado? Cuéntame.

Al entrar en una sala del Art Basel Museum, una obra detiene el paso y acelera el corazón. Una niña pequeña se acerca a ...
03/05/2025

Al entrar en una sala del Art Basel Museum, una obra detiene el paso y acelera el corazón. Una niña pequeña se acerca a una trompeta gigantesca que desemboca en un oído igualmente monumental, incrustado en la pared. La escena parece sacada de un sueño, pero su mensaje resuena con una verdad poderosa: escuchar a los niños es un acto sagrado. Sobre todo, en un mundo donde parece que nadie sabe escuchar, en un mundo que va tan de prisa, donde los relojes mandan y las agendas dictan, esta obra nos sacude y nos recuerda que las infancias tienen voz. No solo cuando hablan con palabras, sino también cuando callan, cuando juegan, cuando enferman, cuando ríen o cuando lanzan una mirada que grita más que un discurso entero.

Escuchar a nuestros hijos no es simplemente oír lo que dicen. Es que parece que nadie puede entender que oir y escuchar son dos cosas muy distintas. Escuchar es afinar el alma para captar lo que sienten. Es detenernos a observar sus gestos, atender a sus síntomas físicos, notar los cambios sutiles en sus hábitos, respetar sus silencios y acoger sus emociones sin juzgar.
Escuchar es aprender su idioma emocional, que muchas veces no tiene traducción en palabras.

La infancia es un territorio delicado y lleno de señales. A veces, una pesadilla repetida, una rabieta sin sentido aparente o un dibujo lleno de sombras, son formas en las que un niño pide ayuda. Y cuando los adultos no escuchamos, esas señales se pierden, y con ellas, la oportunidad de sostener, sanar y proteger a tiempo.

Esta obra nos susurra —o quizás nos grita— que los niños necesitan un oído que no solo escuche, sino que sienta. Un oído que no esté apurado, que no minimice, que no interprete desde el mundo adulto, sino que se abra con humildad al universo infantil.

Escuchar a un niño es un regalo que nos transforma. Nos hace mejores padres, mejores educadores, mejores seres humanos. Nos conecta con nuestra propia infancia, con nuestra humanidad más profunda, con la vulnerabilidad propia de seres que dependen de nosotros.

Ojalá podamos ser ese gran oído en la pared, ese oído que escucha desde el corazón, con paciencia, con ternura, con presencia. Porque cuando un niño se siente verdaderamente escuchado, florece. Y en ese florecer, el mundo se vuelve un lugar más bello y más justo para todos.
Por Adriana Ortiz

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Escuchamos a veces a personas mencionar que el amor propio es egoísta. Que se centra sólo en la persona, y nada más lejo...
08/03/2023

Escuchamos a veces a personas mencionar que el amor propio es egoísta. Que se centra sólo en la persona, y nada más lejos de la realidad.
El amor propio es el conjunto de emociones y predisposiciones cognitivas asociadas a la autoevaluación que un individuo hace de sí mismo.
Es que el amor propio no es excluyente, es decir, no nos exime de poder amar a otros. Lo que sí es cierto, es que entre más sanas sean esas percepciones sobre nosotros mismos, menos probabilidad de elegir y quedarnos con una pareja que no nos valore o que no nos perciba como lo hacemos a nosotros mismos (según creemos merecerlo). De ahí que funcione como un parámetro para mis relaciones y lo que esperamos de ellas, lo cual es sumamente provechoso no?...
Te escucho...

Cuando elegimos, qué elegimos? Y por qué lo hacemos?...Dicen por ahí que elegimos el amor que creemos merecer...Elegimos...
01/03/2023

Cuando elegimos, qué elegimos? Y por qué lo hacemos?...
Dicen por ahí que elegimos el amor que creemos merecer...
Elegimos por razones inconscientes lo que nos resulta conocido?
Elegimos desde el deseo? Desde la necesidad? Desde expectativas?
Qué bueno cuando nuestra meta es llegar a vivir dentro de un amor maduro...
Qué piensas?
Te escucho...

20/02/2023

Los conflictos! No siempre son destructivos...

El rechazo toca nuestras heridas más profundas, nos hace preguntarnos por nuestro ser: ¿Qué hay de malo en mí para no se...
16/02/2023

El rechazo toca nuestras heridas más profundas, nos hace preguntarnos por nuestro ser: ¿Qué hay de malo en mí para no ser deseable? Suele ser la pregunta que nos atropella...
Lo cierto es que olvidamos que hay un otro en la ecuación, un otro que tiene falencias, deseos, traumas, conflictos que también tuvieron partido en la escena...
Ojo con latigarnos más de lo que debemos...
Te ha pasado? Te escucho?

12/02/2023

La confianza. Uno de los 5 pilares básicos del matrimonio y las relaciones de pareja, según Aaron Beck (un máximo exponente de la psicología en el siglo XX)

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La fidelidad. Uno de los 5 pilares del matrimonio según Aaron Beck (un máximo exponente de la psicología en el siglo XX).

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