17/09/2025
Hace días quería compartir sobre una situación que he venido viendo cada vez con más frecuencia, y es el uso de etiquetas diagnósticas por parte de la gente, especialmente los más jóvenes, muchas veces como una forma de identidad, de presentarse como “diferentes” ante los demás a partir de la patologización de sus comportamientos, que, con mucha frecuencia son aislados o más dados en un entorno específico, pero, que al fin y al cabo a algunos les da hasta alguna “seguridad” y el problema no es que ellos lo hagan pues no tienen por qué saber lo que implica el uso de etiquetas sin un debido proceso diagnóstico.
Sin embargo, lo más preocupante o decepcionante, es ver a colegas, haciendo uso de etiquetas diagnósticas de forma deliberada para referirse a comportamientos específicos, situaciones que no tienen nada que ver con un diagnóstico; es doloroso ver, que como profesionales ni siquiera se toman en serio, o bien hay un total desconocimiento de lo que implica el proceso diagnóstico y el posterior uso de las etiquetas. El uso o patologización deliberados de comportamientos que incluso son normales en diversos contextos, no solo estigmatizan a las personas que sí sufren un trastorno, les restamos credibilidad, calidad en la atención y validación de los servicios en la materia, sino que, además, damos a entender a la sociedad que la salud mental es algo no tan relevante y que por tanto, puede quedar en manos de cualquiera, puesto que incluso, podemos usar criterios diagnósticos sin que haya un filtro, o sea, un proceso formal evaluativo de entrevista, aplicación de pruebas (cuando se requiere, fuentes colaterales, entre otros) que llevan a la recolección de la información que posteriormente dará con el diagnóstico si es que realmente lo amerita.
Nosotros como profesionales, siempre lo he dicho somos educadores de la sociedad en materia de salud mental, ante las personas lo que decimos tiene total credibilidad, por ende, seamos responsables en el uso de criterios, etiquetas o patologización de comportamientos, pues somos quienes enseñamos de qué va la salud mental, somos una autoridad en la materia, la gente replica lo que ve inevitablemente. Por tanto, no somos personas neurodivergentes o TDAH solo porque me distraje en una situación específica, u olvidé algo, o TEA porque de pronto se dificulta la socialización, no se es TOC porque revise varias veces si cerré o no el carro, porque me gusta tener las cosas en un determinado orden, no ando depre solo porque en un momento del día me sentí triste por una situación, tampoco soy una persona con Trastorno de ansiedad solo porque sentí ansiedad ante una situación que a cualquiera le hubiera hecho sentir lo mismo, no soy una persona fóbica porque siento miedo ante algo desconocido, no siempre se es una persona desbordada emocionalmente y con dificultades de regulación emocional porque ante una noticia, evento u otra circunstancia me sobrepasó una o varias emociones y así podría continuar, revisemos cómo usamos las etiquetas a la hora de socializar con las demás personas, hagámoslo de manera correcta, por ética, por respeto a las personas consultante que sí sufren un trastorno, validemos el verdadero valor de la salud mental.
Ah y por último y no menos importante, no hay emociones positivas o negativas, solo hay emociones que son respuestas innatas ante los diversos eventos, lo positivo o negativo es cómo reaccionamos o respondemos ante el evento y a menudo he oído colegas hablando de emociones positivas o negativas… 🙃
Ingrid Arias