Atelier - Derecho y Psicología

30/11/2025

💬 “Liz sí me entiende”

Este fue el mensaje de una mamá después de leer juntas el informe psicojurídico de su hija.

Detrás de cada evaluación hay algo más que términos técnicos y artículos de la ley: hay personas que necesitan sentirse escuchadas, respetadas y explicadas en un lenguaje claro.

En Atelier mi compromiso es ese:
✅ Informes comprensibles
✅ Trato humano y respetuoso
✅ Rigurosidad técnica y ética en cada proceso

Si estás pasando por un proceso legal y necesitás una evaluación psicojurídica clara y cuidada, puedo orientarte sobre los pasos a seguir.

📲 Contacto:
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Correo: atelier.psicojuridico@gmail.com

14/11/2025

Después de la separación, los hijos no deberían ser “visitantes” en la vida de nadie.

Un Plan de Parentalidad es mucho más que un horario de visitas:

🔹 Organiza cómo se van a tomar las decisiones importantes.
🔹 Define quién se encarga de qué en el día a día.
🔹 Evita que cada detalle termine convertido en un nuevo conflicto.
🔹 Protege el bienestar emocional de niñas, niños y adolescentes.

En Costa Rica todavía no utilizamos de forma sistemática estos planes en los procesos de familia, pero la experiencia internacional muestra que pueden hacer una gran diferencia en la vida de las personas menores de edad y de sus familias.

Desde mi trabajo en psicología jurídica y derecho de familia, estoy impulsando la conversación sobre la necesidad de incorporar Planes de Parentalidad como herramienta habitual en nuestros procesos.

¿Te gustaría saber cómo podría verse un plan adaptado a tu realidad familiar? 💬

08/11/2025

Sobre el contacto 0 y la responsabilidad emocional

En ciertos momentos de la vida, cerrar ciclos no es un capricho ni una reacción impulsiva. Es un acto de responsabilidad emocional con uno mismo. Cuando una relación llega a su fin, continuar buscando contacto (directo o indirecto) solo prolonga la herida y retrasa la posibilidad real de sanar.

🔆 El contacto 0 no es un castigo.
🔆 No es indiferencia.
🔆 No es orgullo.

El contacto 0 es reconocer que, para ambas partes, la distancia es el único espacio donde la claridad respira, donde las emociones se ordenan y donde cada quien puede reconstruirse sin interferencias.

Insistir cuando la otra persona ya puso límites, buscar maneras alternativas de aparecer, enviar mensajes, canciones o indirectas, revisar perfiles o generar contenido que empuje al otro a reaccionar, no es una demostración de amor. Es evitar el duelo, evitar el cierre, evitar soltar.

Y soltar también es un acto de amor propio.

Yo elijo la paz, la coherencia y mi bienestar emocional. Y desde ese lugar, reitero mis límites con respeto: cuando una etapa termina, lo más sano es permitir que termine de verdad.

A veces la liberación empieza por entender que no todos los silencios son ataques… algunos son autocuidado.

08/11/2025

Cultura de la inmediatez y presión grupal Por Liz Garcia Trejos, psicóloga jurídica

“¿Qué estaba pensando?”

Es la pregunta que más escuchamos cuando un adolescente comete un error grave. Pero quizás lo más honesto sería decir: no estaba pensando del todo… o no le dio tiempo. En la cultura de la inmediatez, las decisiones no se incuban: se lanzan. Vivimos en un entorno donde el “ya” pesa más que el “bien”.

Los adolescentes están constantemente sometidos a la presión de pertenecer, de responder, de actuar sin parecer débiles. Las redes sociales, los grupos de amigos, los retos virales, incluso la expectativa silenciosa de “ser alguien”, los empujan a decidir sin pausa. Esta cultura no es solo digital, es emocional. Exige reacciones rápidas y públicas. No hay espacio para el error sin que quede expuesto. Y, lo que es peor, la presión grupal no es un cliché: es real, es diaria y cala profundo.

En la adolescencia, ser diferente puede ser leído como traición al grupo, y resistirse a una acción impulsiva puede vivirse como perderlo todo. Pero que esta presión exista no significa que debamos justificar conductas dañinas. Lo que necesitamos es comprender el terreno donde se toman esas decisiones, no para eximir, sino para intervenir con sentido.

En este contexto, los adolescentes sí piensan, pero lo hacen en segundos, con una carga emocional que muchas veces sobrepasa su capacidad de autorregulación. No es que no tengan valores o criterios; es que están en formación, y mientras tanto, toman decisiones como pueden: bajo fuego. Por eso, necesitamos construir ambientes que no solo adviertan los riesgos, sino que validen la duda, el freno, el "no estoy listo".

Necesitamos enseñar que pertenecer no debe implicar negarse, y que una respuesta demorada puede ser un signo de inteligencia emocional, no de debilidad. El primer paso es no preguntarnos “¿qué estaba pensando?”, sino “¿quién lo escuchó antes de que actuara?”

Liz Garcia Trejos Psicóloga jurídica, licenciada en Derecho. Perito externa, docente universitaria y consultora en temas de salud mental, adolescencia y derecho.
Contacto: lizgarciatrejos@gmail.com

06/11/2025

Mentiras sostenidas y verdad emocional Por Liz Garcia Trejos, psicóloga jurídica

"No siempre es por malicia. A veces, mentir es una forma de resistir."

La adolescencia no solo se vive hacia afuera, también se guarda hacia adentro: lo que se siente, lo que se desea, lo que no se sabe explicar. Y cuando no hay espacios para decir la verdad, esa verdad se transforma en otra cosa: en silencio, en omisión, en mentira.

Los adolescentes ocultan. Ocultan el dolor, los deseos, la vergüenza, las dudas. Y no mienten porque no les importe, sino porque no saben si al decir la verdad serán comprendidos o castigados. Mentir, en muchos casos, es su forma de proteger lo poco que aún controlan: su mundo interno. Pero las mentiras sostenidas también cansan. Y cuando se acumulan, no solo distorsionan la historia: también distorsionan la identidad.

Un adolescente que siente que debe fingir quién es para ser aceptado, tarde o temprano se desconecta incluso de lo que siente. Y ese es el riesgo mayor.

Por eso, es urgente dejar de leer la mentira como un defecto moral y empezar a verla como un síntoma relacional. La pregunta no es “¿por qué me mintió?”, sino “¿qué necesitaba para poder decirme la verdad?”

Los adolescentes no necesitan adultos que lo sepan todo. Necesitan adultos que los escuchen incluso cuando lo que dicen es difícil de entender. Necesitan lugares seguros donde decir “no sé”, “me equivoqué”, “me da miedo”. Cuando la verdad emocional encuentra escucha, la mentira deja de ser necesaria.

Porque decir la verdad no es solo un acto ético, es un acto de confianza. Y la confianza no se exige: se construye. En lugar de buscar que nuestros adolescentes digan siempre la verdad, deberíamos preocuparnos por ser los adultos a quienes se les puede decir.

Liz Garcia Trejos Psicóloga jurídica, Abogada. Perito externa, docente universitaria y consultora en temas de salud mental, adolescencia y derecho. Contacto: lizgarciatrejos@gmail.com

06/11/2025

Evaluación psicológica forense

🚫 Evitemos prácticas que ponen en riesgo el proceso.

06/11/2025

Doble victimización y responsabilidad Por Liz Garcia Trejos, psicóloga jurídica

Hay una trampa peligrosa en el discurso público sobre adolescencia: o se les presenta como monstruos sin conciencia o como víctimas puras, sin capacidad de decidir. Ambos extremos deshumanizan.

Ambos niegan su complejidad. Es cierto: muchos adolescentes son víctimas del abandono, la negligencia, la exclusión, el adultocentrismo, la violencia estructural o cultural. Víctimas de un sistema que los deja solos, de un entorno que exige demasiado y ofrece muy poco. Pero también es cierto que son sujetos de decisión, que sus actos tienen consecuencias, y que deben aprender a responder por ellos. Eso no significa justificar ninguna forma de violencia contra ellos. No, absolutamente no.

Ser responsable de una acción no equivale a merecer ser agredido, vulnerado o destruido. Lo que significa es reconocer su agencia, su capacidad de elegir incluso dentro de contextos difíciles, y al mismo tiempo entender desde dónde eligieron.

En Adolescencia, muchos personajes son víctimas del entorno y también participantes activos en sus historias. Viven mentiras, ocultan información, hieren, callan, actúan mal. Pero no son simples victimarios. Tampoco son inocentes absolutos. Son personas que atraviesan procesos, contradicciones, confusiones. Son lo que el sistema ayudó a formar y también lo que decidieron ser en ese momento.

Responsabilizar no es castigar. Es darles la posibilidad de entender sus actos, sus consecuencias, y darles herramientas para repararlos. Y eso solo se logra cuando dejamos de hablar de ellos como casos perdidos o mártires rotos. Los adolescentes no necesitan excusas. Necesitan comprensión y exigencia justa. Necesitan adultos que no los condenen, pero tampoco los sobreprotejan hasta borrar su posibilidad de aprender de sus errores. Porque no hay crecimiento sin responsabilidad. Y no hay responsabilidad si solo se les ve como víctimas de lo que les pasó.

Liz Garcia Trejos Psicóloga jurídica, licenciada en Derecho. Perito externa, docente universitaria y consultora en temas de salud mental, adolescencia y derecho. Contacto: lizgarciatrejos@gmail.com

15/10/2025

10/10/2025

Rompiendo mitos..
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