01/08/2025
La lactancia materna no es solo una decisión personal ni un acto individual.
Es un proceso profundamente humano que se sostiene, o se quiebra, según el entorno que acompaña a la madre.
Cuando la familia, la comunidad, el personal de salud o la sociedad no están informados ni preparados para apoyar, la lactancia se convierte en un camino cuesta arriba.
Cuando se perpetúan mitos que siembran dudas y culpas, cuando se juzga o minimiza el deseo de amamantar, el proceso se debilita.
Y cuando la publicidad invasiva de fórmulas irrumpe en cada espacio, confundiendo y desinformando, la lactancia deja de percibirse como lo que es: una práctica vital y profundamente natural.
No podemos seguir tratando la lactancia como un asunto exclusivo de las madres.
Es una responsabilidad colectiva. Desde el hogar, desde los centros de salud, desde el lugar de trabajo, la escuela o los medios de comunicación.
Cada palabra cuenta. Cada gesto de apoyo suma. Cada acto de respeto hace la diferencia.
Normalizar la lactancia es reconocer que alimentar con leche materna es una función biológica y amorosa, y que hacerlo requiere información clara, acompañamiento real y un sistema que proteja, no que obstaculice.
Es también desaprender prejuicios, desafiar creencias obsoletas y recuperar la confianza en nuestros cuerpos.
Porque sí, la industria de fórmulas ha hecho mucho daño.
Su estrategia no solo vende productos: siembra inseguridades, distorsiona verdades y debilita el vínculo esencial entre madre y bebé.
Por eso, es urgente cuestionar. Investigar. No aceptar como verdad todo lo que se promueve con intereses comerciales.
Como asesora de lactancia y doula, mi compromiso es claro: caminar al lado de las familias, brindar información libre de juicios, acompañar con respeto y empatía, y seguir alzando la voz para que cada madre tenga la posibilidad real de amamantar con libertad, confianza y apoyo.
Esta lucha es de todas y todos.
Porque la lactancia no solo salva vidas. También construye salud, tejido social y futuro.
Malala.