Umbral de la Montaña

Umbral de la Montaña Bienvenidos al Umbral de la Montaña--la puerta al viaje más importante de tu vida: el viaje a tí mismo.

El penúltimo día ascendimos a las ruinas de Pisac. El sol era implacable, estaba alto en el cielo, y las piedras bajo nu...
26/09/2025

El penúltimo día ascendimos a las ruinas de Pisac. El sol era implacable, estaba alto en el cielo, y las piedras bajo nuestros pies reflejaban el calor a nuestros cuerpos. Las ruinas se extendían amplias a nuestro alrededor, terrazas y muros tallados hace siglos. Seguimos un sendero angosto que se alejaba del sitio principal y nos llevaba al cauce de un río seco. El polvo se levantaba con cada paso, pegándose a nuestro sudor, pero también el aire estaba lleno de expectativa—era el último día de preparación antes de ascender y encontrarnos con Pachatusan.

Podrás leer el artículo completo en el enlace de nuestra biografía.

Después de recibir los ritos del Pampa Mesayok, el grupo estaba listo para descansar un día. Tomamos una pausa en el per...
23/09/2025

Después de recibir los ritos del Pampa Mesayok, el grupo estaba listo para descansar un día. Tomamos una pausa en el peregrinaje para dormir hasta tarde, pasear por el pueblo, y para que algunos de los peregrinos fueran a Machu Picchu a sentir el encanto de esas ruinas.

Ese día los peregrinos tomaron diferentes caminos. Algunos visitaron estudios de yoga cercanos. Otros viajaron a Cuzco para ver las ruinas ahí. Otros fueron a caminar o simplemente descansaron. Fue un descanso muy necesario. Y entonces, el aroma a eucalipto del Valle Sagrado y el ritmo suave y constante del río Urubamba nos acompañaron mientras cada uno buscaba lo que le nutría.

Ya de regreso todos juntos en la tarde, comenzamos a pensar en el sexto día: la ceremonia de la feminidad sagrada.

Podrás leer el artículo completo en el enlace de nuestra biografía.

El día 4 marcó el final de la primera mitad del peregrinaje. Íbamos subiendo hasta la antigua ciudad amurallada de Pumam...
19/09/2025

El día 4 marcó el final de la primera mitad del peregrinaje. Íbamos subiendo hasta la antigua ciudad amurallada de Pumamarka y estábamos listos para recibir los ritos del Pampa Mesayok.

Los Q’ero tienen dos iniciaciones dentro de su camino espiritual: los ritos de Pampa Mesayok y los de Alto Mesayok. Aunque existen debates sobre si hay otras iniciaciones o caminos secretos, las conversaciones que he tenido con los ancianos siempre hablan de estos dos. Cuando llegan a cierta edad y sabiduría, pueden ser iniciados en un tercer camino que no implica un nuevo conocimiento, sino un nuevo estatus basado en la edad y la experiencia.

Los Pampa Mesayok, según explican los Q’ero, son los guardianes de la comunidad. Aprenden a trabajar con plantas, historias, música y espíritus para servir a la comunidad. Son sanadores, especialistas en hierbas, acompañantes de nacimiento y muerte, contadores de historias y maestros del ritual de despacho.

podrás leer el artículo completo en el enlace de nuestra biografía.

Para el segundo día, todos en el grupo ya se sentían cómodos entre sí. El primer día habíamos ido a las ruinas de Chinch...
16/09/2025

Para el segundo día, todos en el grupo ya se sentían cómodos entre sí. El primer día habíamos ido a las ruinas de Chinchero, donde los antiguos muros incas y la más reciente iglesia cristiana se veían pequeñitos frente a las montañas enormes que los rodean.

El segundo día tomamos un camino largo y serpenteante hacia la comunidad de Paru Paru. El camino era polvoriento, sin barandas, y desde mi asiento en el bus no pude evitar recordar el sueño que había tenido unas semanas antes: mi conductor saliéndose de la carretera y cayendo al mar.

Spoiler: como estoy escribiendo esto, ya saben que no nos caímos.

Paru Paru es hogar de una laguna de altura, una de tres “hermanas” en la zona, cada una sagrada para los Q’ero. A 4,300 metros sobre el nivel del mar, era nuestro destino para una ceremonia limpieza. Los Q’ero creen que estos lugares, si se invocan y usan correctamente, pueden ayudar a soltar los errores del pasado, las culpas y las cargas. En nuestra peregrinación hacia Pachatusan, la limpieza era un paso importante.

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Hace un mes terminó el peregrinaje a Perú de este año. Dieciséis peregrinos de tres países distintos se reunieron conmig...
12/09/2025

Hace un mes terminó el peregrinaje a Perú de este año. Dieciséis peregrinos de tres países distintos se reunieron conmigo en Cuzco para recorrer el camino de la medicina andina y reflexionar sobre sus propios deseos, heridas y vidas.

El viaje nació hace unos 13 años—la primera vez que se hizo fue en 2012, y fue el resultado directo de mis experiencias en los Andes. Yo quería encontrar una manera de abrir este mundo y estas vivencias a otras personas. Ese lugar, esas montañas, esa gente habían sido tan sanadoras para mí, tan mágicas, que quería encontrar la forma de que otros pudieran acercarse a una experiencia similar.

Podrás leer el articulo completo en el enlace de la biografía.

El último jueves de Julio salí de peregrinación a Perú. Dieciséis peregrinos de tres países se reunieron conmigo en Cusc...
09/09/2025

El último jueves de Julio salí de peregrinación a Perú. Dieciséis peregrinos de tres países se reunieron conmigo en Cusco para recorrer ese paisaje antiguo y encontrar algo—

Thomas Merton dijo que una peregrinación geográfica es la representación externa de un viaje interior. Sepamos exactamente hacia dónde vamos o no tengamos ni idea, el acto de emprender un peregrinaje, una búsqueda, un viaje de descubrimiento, es un acto valiente. No sabemos qué vamos a encontrar. A veces ni siquiera sabemos qué estamos buscando.

Y por eso, quise ofrecer una bendición antes de partir—una especie de ofrenda para el camino que nos esperaba.

Una Bendición para el Viaje

Quiero bendecir mi cuerpo.
Mi cabeza que todavía duele.
Mis pies que caminarán.
Mis pulmones que subirán con la altura e intentarán seguir el ritmo.
Mi respiración que estará rezando, incluso cuando se me olvide.

Quiero bendecir el dolor que no he entendido, ni resuelto, ni aprendido a sobrellevar.
Y la fuerza que aún no he ganado.

Bendigo la tierra que voy a caminar,
y las historias que recuerda.

Espero que me enseñe algunas de esas historias.
Algunas que todavía no he escuchado.
Algunas que apenas están naciendo.

Quiero bendecir a los 16 que viajan conmigo—
cada uno cargando algo, aunque no lo haya nombrado.
Que encuentren lo que no sabían que estaban buscando.
Que sean encontrados por la montaña, por el silencio, o por sí mismos.

Bendigo las preguntas que surgirán.
Algunas espero poder responder.

Y bendigo lo que cambiará en mí
aunque no lo note hasta que regrese,
o muchos años después.

Que empiece este viaje, aunque ya haya comenzado,
no con certeza,
sino con esta bendición.

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NOTA: Este artículo lo escribí hace aproximadamente un mes, justo antes del peregrinaje a Perú. Se los comparto hoy.Hoy,...
05/09/2025

NOTA: Este artículo lo escribí hace aproximadamente un mes, justo antes del peregrinaje a Perú. Se los comparto hoy.

Hoy, para sorpresa de nadie, empezó la temporada de mis dolores de cabeza.

En la mañana mi ojo estaba raro, algo no se sentía bien, y podía notar que mi cabeza estaba diferente.

Ya los he estado esperando. Han aparecido en años impares, entre julio y agosto, por los últimos doce años más o menos. Antes de eso, llegaban cada año.

De niño, recuerdo estar acostado en la enfermería de la escuela. La enfermera me daba hielo para ponerme en la cara, y yo me quedaba ahí una hora, a veces más, solo respirando. No sabía qué más hacer.

Más tarde, ya de adulto, me diagnosticaron con Cefaleas en Racimos. No son migrañas, como después aprendí. Son dolores de cabeza. No voy a entrar en los detalles. Pero sí les digo esto: vienen en racimos, usualmente durante un mes, y aparecen a la misma hora todos los días. Como un reloj torcido, me avisan la hora—cada día, sin fallar.

No sé qué más decir sobre ellos. Muchas veces me he preguntado por qué llegan—por qué mi cuerpo los crea—y qué puedo hacer al respecto. He seguido todas las pistas—cada especialista, chamán, acupunturista, naturópata. Todos tenían una solución. Ninguna me ha ayudado.

Lo que más me ha servido últimamente es la cámara hiperbárica. Así que este lunes, antes de viajar a Perú la próxima semana con 16 peregrinos, entraré a la cámara para intentar aliviarlos antes de mi Viaje.

Podrás leer el artículo completo en el enlace de nuestra biografía.

La semana pasada tuve un sueño bien fuerte. Venía llegando en un crucero a una playa remota, el sol fuerte y alto. Un ch...
02/09/2025

La semana pasada tuve un sueño bien fuerte. Venía llegando en un crucero a una playa remota, el sol fuerte y alto. Un chofer—alguien que no conocía—estaba esperando para llevarnos a algún lugar especial.

El camino desde el muelle era una callecita de tierra, angosta, que serpenteaba alrededor de unos riscos enormes y altísimos.

El sol brillaba, el día estaba precioso, y nos fuimos en el carro.

A medida que subíamos los riscos, el chofer me iba señalando unas rampas de tierra que habían puesto para pasar de un nivel al otro. O sea, uno podía subir o bajar en el recorrido por medio de esas rampas.

Seguimos, a veces subiendo, a veces bajando, hasta que llegamos a una parte de la carretera donde había una rampa en medio que simplemente subía… y volvía a bajar al mismo nivel. No llevaba a ningún lado. Había algo raro en eso—una rampa que no llevaba a nada, como una invitación a subir y bajar sin avanzar.

“No hay necesidad de meterse ahí,” le dije. “Podemos pasar apretados entre la rampa y la pared del risco.”

El chofer pensó lo mismo, solo que escogió el lado más pegado al mar.

Yo me puse nervioso con la idea de pasar por ese espacio tan angosto, pero él estaba seguro de sí mismo.

Lástima que su confianza no iba de la mano con su habilidad para manejar, porque el carro se fue de lado por el precipicio, cayendo directo hacia el océano. Yo me agarré de la manija sobre la ventana mientras el mar se nos venía encima.

Nunca pensé que iba a morir así, pensé. Me pregunto si dolerá.

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Tengo recuerdos vagos de la primera casa en la que viví. Tengo uno, donde seguro tenía tres o cuatro años, porque nos mu...
22/08/2025

Tengo recuerdos vagos de la primera casa en la que viví. Tengo uno, donde seguro tenía tres o cuatro años, porque nos mudamos poco después. Estaba jugando con mi mamá—no recuerdo exactamente qué hacíamos—cuando sonó una campana en la parte de atrás de la casa.

Ella levantó la mirada, con la cara llena de asombro, como si no hubiera esperado ese sonido.

“¿Oíste eso?” me preguntó.

Yo asentí, o tal vez dije que sí.

“Creo que fueron los duendes,” me dijo. “Nos están llamando. Tal vez nos trajeron un regalo.”

Nos levantamos—seguro estábamos en mi cuarto—y empezamos a caminar por la casa, buscando de dónde venía el sonido. Ella me fue guiando, cuarto por cuarto, hasta que, como último recurso, abrió la puerta principal. Y ahí, justo en la entrada, había una cajita envuelta.

“¡Tenía razón!”, dijo. “¡Te trajeron un regalo! Debés ser un niño muy bueno.”

Hasta me acuerdo de qué era: un rompecabezas circular del Correcaminos y el Coyote.

No sé por qué recuerdo tanto ese momento. Lo he intentado reproducir varias veces, con sobrinos, con hijos de amigos, incluso con compañeros o parejas. ¿Qué tiene ese asombro—ese sentir que el mundo y sus seres me han visto y me han encontrado digno—que es tan importante para mí?
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He estado soñando mucho últimamente. Supongo que, si uno lee los estudios, siempre soñamos un montón. Pero hay etapas en...
19/08/2025

He estado soñando mucho últimamente. Supongo que, si uno lee los estudios, siempre soñamos un montón. Pero hay etapas en mi vida en las que no recuerdo los sueños con tanta claridad.

La verdad es que tengo que confesar: últimamente he estado llevando un registro cuidadoso de mis sueños. Apenas me despierto en la mañana, los escribo lo más vívidos posible, con todos los detalles que logre recordar.

Es que los sueños han sido importantes para mí. He tenido, unas cuatro o cinco veces, lo que podría llamar “sueños importantes.” He oído por ahí que alguien los llama “sueños del alma”, aunque no sé si me gusta ese nombre. ¿Qué hace que un sueño sea del alma? ¿Cómo diferenciar un sueño cualquiera, de esos que se tienen cada noche, de uno que viene a marcarte el destino?

En fin, yo he tenido unos cinco o seis de esos sueños. El primero lo recuerdo de cuando tenía como diez u once años. El más reciente, quizás hace unos pocos años.

Es difícil decir qué los hacía importantes. No es como que vinieran con un título o un letrero al inicio. Simplemente se sentían distintos, como si no vinieran exactamente de mí, sino de algún lugar, de algo que me estaba observando.

Les cuento uno, de 2006.


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Hoy, aquí en Costa Rica, es el Día de la Madre. Y la verdad… no sé por qué es el 15 de agosto. Tampoco sé por qué en otr...
15/08/2025

Hoy, aquí en Costa Rica, es el Día de la Madre. Y la verdad… no sé por qué es el 15 de agosto. Tampoco sé por qué en otros países lo celebran en fechas distintas. Nunca me había detenido a pensarlo.

La primera aparece el dos de agosto: la Virgen de los Ángeles. Ese día, miles de personas caminan hasta Cartago, hasta la ciudad donde dicen que se encontró su imagen de piedra negra. Hay gente que camina días enteros para llegar. Al final se arrodillan frente a su vitrina, le hablan bajito, le piden un milagro. Y sí, hay quienes cuentan que lo reciben.

La segunda madre también es católica. El 15 de agosto es Día de la Madre aquí porque coincide con la fiesta de la Asunción: el día en que María, madre de Dios, fue llevada en cuerpo y alma al cielo. No se corrompió. A diferencia de Jesús, que subió por su propio poder, María no pudo. Así que Dios mismo la levantó y la llevó al cielo.

De alguna forma, la historia nos dice que la madre más santa vive en lo alto. Que nos cuida desde allá, que siempre está de nuestro lado. Y sin embargo…

La tercera madre está más cerca del suelo. Vive en los Andes. En Perú, agosto es el mes de la Tierra: Pachamama, la Madre del Aquí y del Ahora. En su honor, la gente prepara ofrendas, las hace bendecir por los paqos, las envuelve en papeles de colores y las entierra directo en su vientre. Es una madre de piedra, de raíz, y de polvo.

Y entonces me pregunto: ¿por qué este día y este mes para celebrar a nuestras madres? ¿Fue pura coincidencia—agarrar la fiesta mariana más cercana? ¿O será que hay algo más antiguo, un hilo que viene de antes de estas historias, y que nunca lograron sacar del calendario?

Hace unas semanas, regresé de pasar unos días en un lago, en el norte del mundo. Mi Camino me llevó hasta ahí, sin que y...
12/08/2025

Hace unas semanas, regresé de pasar unos días en un lago, en el norte del mundo. Mi Camino me llevó hasta ahí, sin que yo lo supiera, y me encantó con belleza y asombro.

Hacía tiempo que no pasaba un tiempo extendido en la naturaleza. No de esta manera, por lo menos.

Dejamos el carro en algún lugar, tomamos una lancha hacia otro, y llegamos a una cabaña en el borde de algo. Estoy siendo vago a propósito, pero lo que quiero decir es que me sentí completamente desconectado.

No me sentía así desde hacía mucho tiempo.

En la noche, cuando el sol del norte se escondía pasadas las diez, caía la oscuridad. En un momento, me quedé ahí, en medio del bosque, con los zancudos picando mi cuerpo en todas direcciones, y no podía ver nada. Ni siquiera podía ver mi mano frente a mi cara.

Podía oír al mundo vivo a mi alrededor, pero no podía verlo. No formaba parte de él, y a él no le importaba.

A la mañana siguiente, cuando salió el sol, nadé en el lago. El agua estaba tibia—de verdad tibia. De alguna manera, el sol lograba calentar ese lago gélido que pasa seis meses del año completamente congelado, y yo podía nadar tranquilamente en él.

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