05/09/2025
NOTA: Este artículo lo escribí hace aproximadamente un mes, justo antes del peregrinaje a Perú. Se los comparto hoy.
Hoy, para sorpresa de nadie, empezó la temporada de mis dolores de cabeza.
En la mañana mi ojo estaba raro, algo no se sentía bien, y podía notar que mi cabeza estaba diferente.
Ya los he estado esperando. Han aparecido en años impares, entre julio y agosto, por los últimos doce años más o menos. Antes de eso, llegaban cada año.
De niño, recuerdo estar acostado en la enfermería de la escuela. La enfermera me daba hielo para ponerme en la cara, y yo me quedaba ahí una hora, a veces más, solo respirando. No sabía qué más hacer.
Más tarde, ya de adulto, me diagnosticaron con Cefaleas en Racimos. No son migrañas, como después aprendí. Son dolores de cabeza. No voy a entrar en los detalles. Pero sí les digo esto: vienen en racimos, usualmente durante un mes, y aparecen a la misma hora todos los días. Como un reloj torcido, me avisan la hora—cada día, sin fallar.
No sé qué más decir sobre ellos. Muchas veces me he preguntado por qué llegan—por qué mi cuerpo los crea—y qué puedo hacer al respecto. He seguido todas las pistas—cada especialista, chamán, acupunturista, naturópata. Todos tenían una solución. Ninguna me ha ayudado.
Lo que más me ha servido últimamente es la cámara hiperbárica. Así que este lunes, antes de viajar a Perú la próxima semana con 16 peregrinos, entraré a la cámara para intentar aliviarlos antes de mi Viaje.
Podrás leer el artículo completo en el enlace de nuestra biografía.