12/11/2020
¿Perdernos a nosotros mismos por complacer a otro?
Muchos caemos en esa trampa de renunciar a nuestra naturaleza por estar con una persona que nos gusta. Esto sucede por temor al rechazo y por valorar más a otra persona que a nosotros mismos. Lo dicho vale para todo tipo de relaciones, sean amorosas o de amistad.
Como podemos inferir, la raíz de este problema es la falta de amor propio. Cuando nuestro deseo de conquistar a alguien es más grande que el respeto hacia nuestra persona, no estamos siendo conscientes de nuestro propio valor. Es importante ser quienes somos, sin cambiar por nadie. Dos personas pueden estar felices solo si son auténticas, sólo si son coherentes consigo mismas. Caso contrario, si no nos mostramos tal y como somos, perdemos el respecto de la persona a la que queremos impresionar; pero lo que es aún peor, perdemos el respeto hacia nosotros mismos. Más tarde o más temprano nos cansamos de jugar el papel del otro y de poner las necesidades de los demás frente a las propias.
Lo cierto es que en estos casos, lo que estamos buscando es la aceptación de los demás. La clave es que nos aceptemos y queramos tal y como somos. En realidad, no necesitamos que nos acepten, necesitamos aceptarnos a nosotros mismos. Cada uno es una persona única. Intentar impresionar al otro significa perder la esencia y autenticidad. Intentar ser otra persona es un tipo de engaño también. Al final, engañándonos a nosotros mismos también estamos engañando a los demás. Creamos un mundo de mentiras y de falsedad alrededor nuestro.
Para que toda relación sea sana, hemos de ser autorresponsables, es decir ser fieles a nuestra esencia y amar nuestro ser, ser coherentes y vivir en coherencia con nuestra esencia. . Esto no quiere decir que no haya que comprometerse, compartir y/o ayudar a los demás, pero todo lo que hagamos debe ser hecho sin abandonar nuestro espacio personal, sin alejarnos de nuestra esencia. Todo aquello que perjudica nuestra naturaleza no nos pertenece.