22/10/2025
Este 22 de octubre se cumplen 11 años de la llegada a Liberia y Guinea Conakry de los colaboradores cubanos que combatieron el ébola. Hoy, rendimos un homenaje a uno de los grandes: El Dr. Graciliano Díaz Bartolo, un hombre que, a pesar de su ausencia física, sigue dejando una huella profunda en quienes lo conocieron y en los que recuerdan su palabra, su medicina y su amor por el prójimo.
Voces del Henry Reeve (XI): La última misión del Dr. Graciliano, diálogo y epílogo desde la eternidad
¿Quién es este hombre que, a pesar de su ausencia, sigue caminando entre las sombras de su natal Santiago dejando su huella intacta en quienes lo vieron trabajar y escucharon sus palabras sobre medicina, la vida o ese amor por el prójimo que solo los grandes poseen?
Lo conocí cuando se preparaba para partir hacia Guinea Conakry. Estaba a punto de embarcarse y su rostro no mostraba miedo. En 2016, nuestros caminos se cruzaron nuevamente, (por intermedio del Contingente Henry Reeve), esta vez a bordo de un avión rumbo a Haití, junto a otros 37 especialistas cubanos que apoyarían a la isla, tras el paso del huracán Matthew. Yo aprovechaba el vuelo haciendo entrevistas para mi TV Cubana; algunos de sus colegas fingían dormir para esquivar el micrófono y la cámara. Pero Graciliano no. Fue así como el Loquillo y yo nos acercamos a él en lo que, aunque parezca minúsculo, sigue siendo un gesto inolvidable para cualquier equipo de prensa. Después estuve totalmente de acuerdo con el Dr. Tobías: "Graciliano tiene una calma y una seguridad que sorprenden".
Integrante de la primera brigada cubana que auxilió al pueblo de Lombardía, azotado por la pandemia, Graciliano apenas descansó luego de regresar de Italia y se sumó a la tarea de salvar vidas en su Santiago de Cuba.
En esa batalla contra la COVID-19 lo perdimos físicamente, víctima del propio virus. Hoy, estudiantes de Medicina investigan su vida, y el policlínico conocido como el de "El Hoyo", en el Consejo Popular Flores, lleva su nombre: Policlínico Docente Municipal Doctor Graciliano Díaz Bartolo.
Han creado una distinción en su honor, e incluso una Cátedra Honorífica Multidisciplinaria con el objetivo de preservar y difundir su legado.
G: "Estoy agradecido. Mi legado no está en el reconocimiento, sino en la continuidad de la labor. Dediqué toda mi vida a la medicina. No lo hice para recibir algo a cambio, lo hice porque era mi deber. Pero si mi nombre puede servir de inspiración, entonces mi vida y mi trabajo tuvieron sentido." (...)
El aire parecía tornarse más denso. Nuestra conversación terminaba. Había sucedido junto al busto erigido en su honor. Las palmeras del fondo comenzaban a encenderse de un verde más profundo, y las flores que lo rodeaban, de un rojo tan intenso que dolía mirarlas, como si el sol no pudiera negarse a alguien que se convirtió en luz.
Dentro del policlínico, algunos aseguraban sentir el perfume que él solía llevar. Una enfermera juraba haber visto su sombra pasando por la sala de urgencias, y un niño en consulta insistía en que "el doctor invisible" le había curado el susto. Los más viejos del barrio aseguran que no es coincidencia, que son señales.
Así sigue el Dr. Graciliano: sin ausencias definitivas, sin despedidas absolutas. Basta con que alguien pronuncie su nombre con fe, y allí estará: tomando el pulso a la esperanza, diagnosticando espíritus, y dejando en cada rincón un eco de vida donde otros... solo ven silencio.
Por Mylenys Torres
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