07/11/2025
Hace algún tiempo, leí en la etiqueta de una bolsita de té: «Da amor, recibe amor», y mi amargo corazón roto respondió con un irónico «Sí, claro, como si fuera tan fácil», pero luego me detuve y dejé que esas palabras penetraran y se expandieran en mi interior.
Empecé a contemplar la posibilidad de que la devolución de lo dado estuviera más allá de la
forma en la que lo esperaba y de que no necesariamente emanara del mismo lugar o persona donde había depositado mi amor.
Poco a poco, mi dolor empezó a dar paso a una experiencia más compasiva al permitirme explorar la ausencia del ser amado como una forma de amar. Él, reconociendo la limitación de ofrecer amor como yo lo esperaba, había decidido retirarse. Ofreciéndome libertad.
Desde entonces, he estado reflexionando sobre cómo rendirme al baile del dar y recibir amor, y he empezado a prestar atención a las diferentes formas en que llega a mi vida. A través de
un mensaje cariñoso de un amigo, de un desconocido que se siente seguro conmigo para
compartir su secreto más temido, de mi hijo que comparte su bebida favorita conmigo, de los
arcoíris que entran por mi ventana y de mi apertura para que el mundo me encuentre de nuevo después de varios cataclismos.
¿Y tú, dejas que el amor se cuele por las grietas?
El post completo lo puedes leer en mi Substack, el link lo encuentras en mi bio.