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LAS SIETE IGLESIAS: ¿EN ASIA O EN EL SANTUARIO?Por Abraham Sánchez  "...el que anda en medio de los siete candeleros de ...
11/11/2025

LAS SIETE IGLESIAS: ¿EN ASIA O EN EL SANTUARIO?
Por Abraham Sánchez

"...el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto" (Apocalipsis 2:1).

Si los mensajes a las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3 están pensados para la localidad literal del Asia Menor, entonces nosotros hoy y los cristianos de los siglos segundo, tercero y más, solo podríamos mirar hacia ese pasado y sacar lecciones de las cosas que se alcancen a entender, y otras dejarlas en lo inexplicable.

No tendrían ninguna calidad ni peso de profecías para la iglesia a través de los tiempos. Sería solo una historia como las de Génesis o Los Reyes, y leyéramos sus narraciones sin pensar en el futuro; no con atención a "las [cosas] que ocurrirán después de estas".

Si por el contrario, son símbolos de la presencia de los creyentes a lo interno del santuario celestial donde nuestro sumo sacerdote camina, entonces no se trata de una historia dada para que se aprendiera del pasado. Serían iglesias con objetivos espirituales que aportan a la vez que reciben en el juicio del santuario que opera por los siglos. El aporte consiste, entre otras cosas, en ser ojos de Dios por toda la tierra: testigos en todos los tiempos para justificar las sentencias del Juez.

Pero los mensajes son acerca de cosas que sucederán. Cada iglesia tiene condiciones, amonestaciones y promesas que describen en sí mismas si se trata solo de circunstancias locales del Asia o si ven más allá.

Por ejemplo, el mensaje a Éfeso: "vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido" (Ap. 2:5) presenta a una iglesia dentro del santuario y a Cristo ministrando en él. También está bajo juicio, por las mismas razones y por la expectativa de arrepentimiento. Entonces es un símbolo.

Estar caminando entre candeleros es una representación en sí. También lo es el candelero. Ser quitado de su lugar es algo que tiene un significado. Es relacionado a una obra de escrutinio y de juicio.

El diálogo con la iglesia tiene características muy propias que no coinciden con otras. Eso dice que el trato particular puede tener momentos diferentes. Digamos por ejemplo que cada pabilo se desgasta en momento particular. Recibe atención en su momento.

La promesa hecha a Efeso es: "al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios" (Apocalipsis 2:7). Esa promesa dice que el trato de Jesús con la iglesia es en la perspectiva de un resultado o recompensa al final de la historia. Las recompensas ofrecidas por Jesús traspasan la barrera de la muerte. Para que las promesas sean un hecho, tiene que establecerse el reino prometido al final del trato con el resto de las iglesias.

La recompensa a cada iglesia solo ocurre cuando el trato del sacerdote termina con cada una. Si el tiempo ha discurrido por siglos es porque el trato entre iglesias y sacerdote no ha concluido. El desplazamiento del sacerdote entre las iglesias es el oficio del santuario. Es la razón de que la puerta se mantenga abierta y de la extensión permanente de un llamado a acudir. Si las iglesias quedan en el primer siglo la intercesión queda con ellas.

Bajo el peso de las evidencias de una presencia en la historia de la intercesión interna del santuario, podemos definir los siglos de la labor sacerdotal y ver la secuencia de trato entre una y otra. Así como las iglesias ocupaban un dilatado territorio en Asia, así se encuentran en la extensa historia, con su equidistancia.

Otro tiempo deberá ocuparnos en ver valiosas características de las iglesias que revelan su presencia histórica. Pero es un ejercicio que invita a cada uno.

"Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca" (Apocalipsis 1:3).

Bendiciones.
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EL REMANENTE VIVIRÁ LO POSITIVO DE CADA IGLESIA Por Abraham Sánchez   "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a...
10/11/2025

EL REMANENTE VIVIRÁ LO POSITIVO DE CADA IGLESIA
Por Abraham Sánchez

"El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (Apocalipsis 2:29).

La iglesia remanente final deberá poseer toda virtud de las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3; Aunque parece que la iglesia laodicense no tendrá más virtud que haber dejado a un remanente a la hora ser juzgada y sentenciada.

Realmente, lo que enseña la profecía no es que cada iglesia vence sino que de cada una de ellas sale un remanente. La declaración "al que venciere", que se repite para cada una de las siete iglesias, mantiene latente la idea de un residuo en cada etapa en contraste de algo estático, frío, aparatoso, burocrático...

En términos de importancia práctica, la lección es que no debemos aferrarnos a una fe corporativa más que a la dinámica creciente de una iglesia viva. A pesar de toda la indignación que esa realidad produce en una clase, solo "el que venciere" en cada época será contado con la bendición de la promesa.

Obviamente que cada lámpara del santuario perpetuará su luz en el residuo que vence. Pero solo serán los que vencen los que definirán la iglesia. La lámpara puede ser movida de lugar aunque seguirá alumbrando. Porque el lugar no es un fin.

La principal victoria del creyente fiel y genuino será sobre la cizaña en su propio terreno. Los de adentro serán sus peores enemigos. La sinagoga de Satanás será el peor enemigo del remanente; y no es una entidad de otra latitud espacial.

Nosotros vemos el tiempo muy lineal; pero Dios, que ha tratado con cada etapa de la iglesia, tiene en su seno cada remanente bien diferenciado y anotado en su libro. Y en el tiempo del juicio los confirmará en el Libro de la Vida.

Pero Dios ministra a una iglesia fiel en cada tiempo; y va manejando las experiencias de cada una para beneficio de las subsiguientes en las que siempre está su residuo.

En la primera iglesia de Éfeso, en la que se hallan las características de la iglesia del primer siglo, se ofrece al que venciere, que "le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios"
(Apocalipsis 2:7). Ese árbol es símbolo de la Palabra, que fue la misión principal de la iglesia apostólica: dejarnos la Palabra.

A la iglesia de Esmirna, que es la iglesia de la etapa de persecución romana hasta la aceptación pública y oficial del cristianismo por el Estado en el 313, se le promete que si venciere, "no sufrirá daño de la segunda muerte" (Apocalipsis 2:11). El valor de aceptar la primera muerte al costo de no sufrir la segunda, es de un remanente que está dispuesto a experimentar la resignación de Cristo

A la tercera iglesia de Pérgamo, del tiempo cuando la permisión estatal de la iglesia se extendió a una etapa de aceptación legal y oficial empoderada en el 538, se le promete que le "daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe" (Apocalipsis 2:17).

Fue una época cuando el alimento espiritual que es como el pasto de las ovejas, estaba prohibido o extremadamente escaso. La identidad cristiana no podía ser tan pública. Pero Dios garantiza la identidad por una piedra que no se borrará jamás.

Luego prosigue la iglesia de Tiatira, en la etapa del pujante protestantismo del 1517, pero que no avanzó hasta la luz plena. Sus primeras obras no mantuvieron el vigor hasta el final. Toleraba a la fuente de la apostasía con acentimiento gracioso.

Se le promete "al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; y le daré la estrella de la mañana" (Apocalipsis 2:26-28).

Fue una época cuando las naciones estaban bajo el poder de la autoridad de la iglesia oficial que volcaba la furia de Satanás y de tales naciones contra los fieles; una maldición que siempre ha estado dominando el sentido de la fe personal por el institucional.

Luego la iglesia de Sardis pasa de la tolerancia al retroceso abierto, hasta dejar morir las cosas mejores que había alcanzado. Pero está de cara a un juicio cercano en el tiempo del fin. "Vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti" (Apocalipsis 3:3).

La experiencia de Sardis debió ser tal que supiera la hora del juicio y que no estuviera desprevenida. Pero al que venciere se le dará autoridad sobre las naciones que se desempeñaron como perseguidoras debajo del poder religioso institucionalizado.

Pero Filadelfia es la etapa de la iglesia que después de 1798 se dispuso para anunciar la hora del juicio en el marco del tiempo del fin. Es la etapa del más grandioso despertar religioso cristiano después del primer siglo y el luteranismo.

Filadelfia es la que anuncia la apertura del ministerio del lugar santísimo en su futuro inmediato, porque se ha "puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar"
(Apocalipsis 3:8). Ha guardado la Palabra del Señor y no ha negado su nombre.

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo" (Apocalipsis 3:12).

Ya en 1844, la iglesia comienza a levantarse de un nuevo chasco parecido al de los apóstoles, la primera iglesia fundada por Cristo. Pero como la resurrección, la luz del ministerio de expiación dio nuevas esperanzas a la iglesia.

De todos modos la pobreza espiritual era dominante por el peso de un mundo atrayente y vano. El cambio del mundo bajo el influjo de la filosofía de la Revolución Francesa y el desarrollo industrial y capitalista, sumerge a una iglesia privilegiada por la verdad histórica, en una irresponsable actitud espiritual.

A Laodicea no se le reconoce ninguna virtud, pero al que venciere se le promete lo más glorioso alguna vez ofrecido, sentarse con Dios, en su trono (Apoc. 3:21).

Cada virtud de cada tiempo, debe poseerla quien venza en el tiempo final de cierre de juicio. Será la única manera de ser parte de la iglesia triunfante.

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MISERABLE, POBRE, CIEGO Y DESNUDO Por Abraham Sánchez  "Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fueg...
09/11/2025

MISERABLE, POBRE, CIEGO Y DESNUDO
Por Abraham Sánchez

"Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas (Apocalipsis 3:18).

Hay tres imágenes simbólicas que provienen de Apocalipsis 3:18, parte del mensaje a la iglesia de Laodicea, y están cargadas de significado espiritual.

El oro refinado en fuego Simboliza la fe genuina y la pureza espiritual. El fuego representa las pruebas que purifican, como el proceso de refinar el oro quitando impurezas.

En este pasaje, Cristo invita a los creyentes a adquirir de Él una riqueza espiritual que no se corrompe, en contraste con la riqueza material de Laodicea.

También representa el carácter probado, la obediencia y la perseverancia que se desarrollan en medio de dificultades.

La vestiduras blancas representan la justicia, santidad y redención. En el Apocalipsis, las vestiduras blancas son otorgadas a los que han vencido y han sido lavados por la sangre del Cordero. Vestirse con ellas implica estar cubierto por la gracia de Dios, dejando atrás la vida de pecado. También evocan la pureza y la dignidad restaurada ante Dios.

La desnudez simboliza vergüenza espiritual, pecado expuesto o falta de comunión con Dios. Cubrirla no es esconderla, sino recibir el perdón y la transformación que sólo Dios puede dar.

En el contexto de Laodicea, que se creía rica y autosuficiente, esta imagen revela su verdadera condición: pobre, ciega y desnuda.

Estas metáforas no solo corrigen, sino que invitan a una transformación profunda: dejar la autosuficiencia y buscar en Cristo lo que realmente enriquece, purifica y dignifica.

Elena G. de White interpreta el mensaje a la iglesia de Laodicea (Apocalipsis 3:14–22) como una advertencia directa al pueblo de Dios en los últimos días, especialmente a quienes profesan fe pero viven en una tibieza espiritual.

Respecto a estar “ni frío ni caliente”, Elena White señala que esta condición representa una fe superficial, sin fervor ni entrega total. No hay oposición abierta a Dios, pero tampoco hay verdadera consagración.

Ella advierte que esta tibieza es más peligrosa que estar completamente alejado de la fe, porque crea una falsa seguridad.

“El mensaje a la iglesia de Laodicea se aplica más decididamente a aquellos cuya experiencia religiosa es insípida, que no dan un decidido testimonio a favor de la verdad” (Comentario Bíblico Adventista, tomo 7, p. 973).

En cuanto al autoengaño espiritual, los laodicenses dicen: “Soy rico, me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”, pero no reconocen su verdadera condición: “desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo”.

Elena White denuncia esta actitud como orgullo espiritual y autosuficiencia, que impide recibir la gracia divina.

“El mensaje que ha de ser dado a su pueblo... no es un mensaje de paz y seguridad”.

Pero se dirige un llamado urgente al arrepentimiento. Cristo ofrece oro refinado en fuego (fe probada), vestiduras blancas (justicia) y colirio (discernimiento espiritual).

Elena White insiste en que esta oferta es una reprensión amante, no una condena definitiva. Es una oportunidad para despertar y renovar la comunión con Dios.

“El mensaje a Laodicea es una denuncia sorprendente y se aplica al actual pueblo de Dios”.

La invitación del Testigo Fiel es: "Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (Apocalipsis 3:19-21).

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LAODICEA NO ES LA IGLESIA TRIUNFANTE Por Abraham Sánchez  "Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitar...
08/11/2025

LAODICEA NO ES LA IGLESIA TRIUNFANTE
Por Abraham Sánchez

"Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca" (Apocalipsis 3:16).

Lo que la condición laodicense niega que le pueda pasar, es exactamente lo que se anuncia que le pasaría. No decimos "le pasará", porque el mensaje a Laodicea no es una sentencia sino una advertencia.

La mayoría no entiende el peso de una advertencia. La consideran una intimidación materna que jamás cumple su palabra. La desventaja de Laodicea es que no le cree a su Dios. Y no hay más utopía que el auto engaño.

He oído innumerables veces que "ya no habrá otra iglesia", que "somos la última", "la única", etc. Y podemos responder positivamente a esa afirmación si se tiene claro el contexto y sentido correcto.

Pero en realidad se esconde una manera de pensar y un consentimiento y transigencia con la liviandad y la tibieza. Y si Cristo viene a salvar lo que está en la condición más miserable y desventurada, me puedo conformar con tolerarlo, consentirlo y hasta participar de lo mismo.

Existe la idea muy generalizada de que como Dios no tiene otra opción, solo terminará haciendo un milagro de transformar a una iglesia espiritualmente deplorable y rebelde. Y en ese sentido, lo que él pueda hacer lo está intentando ahora; no guarda un milagro para el futuro que cambie lo que en el presente no se acepta.

Algo que debemos mantener presente al analizar la condición deplorable laodicense es que estamos hablando de lo que es de Dios y que ama. Cualquiera sea el tono que asumamos al referirnos al peligroso estado de Laodicea, siempre lleva el objetivo de desafiar la falsa seguridad para un cambio positivo, sin dejar de advertir sobre la sentencia que no es un juego ni un imposible.

En lo que no es posible reducir la advertencia es hasta el grado de infundir seguridad y triunfalismo infalible como la mayoría entiende. Porque no hay salvación en la tibieza, solo condenación que aguarda sentencia.

La idea de salvación infalible en la condición laodicense impide aceptar que habrá un remanente del remanente. Apaga la invitación a conformar una iglesia fiel que vence sobre el pecado por medio de la fe. Obstruye toda decisión a vivir de toda Palabra que sale de la boca de Jehová porque todo cambio sería una intervención prodigiosa en algún momento crucial.

Se vende la idea de que todo esfuerzo de cambio será una labor divina a pesar de nosotros. Sin embargo, el Testigo Fiel está haciendo solicitud a los individuos y a la colectividad de la iglesia de aceptar su presencia, de comprar riquezas, discernimiento, vestimentas, etc. Advierte sobre la vergüenza de la desnudez en que se hallaría. Y no es un juego.

Pero "el ángel de la iglesia" no entiende sobre esas realidades, y vende una falsa seguridad. La idea de salvación inherente a la iglesia es un error garrafal que traspasó el lindero del Catolicismo y se incubó en todo el protestantismo de forma fanática.

La religión de hoy carece del verdadero sentido de protesta luterano y de los príncipes alemanes. La salvación por filiación es la peor cadena de la religión moderna.

No es que Dios no tenga iglesia, sino que solo la puede definir por características, no por filiación ni denominación. Llevar un nombre no es suficiente por importante que sea. El fracaso judío consistió en eso. El argumento legal de ser simiente de Abraham ha dañado la religión de la fe para siempre.

Pero si crees que el Testigo Fiel miente cuando dice –al colectivo laodicense– "te vomitaré de mi boca", te chasquearás. La única opción del laodiceísmo es salir de su condición permitiéndole al testigo fiel entrar.

Pero la idea vendida es que el Testigo Fiel no ha entrado porque está esperando un momento más estratégico, y que a nosotros nos queda esperar. Pero abrirle al Testigo Fiel, no es cosa colectiva, aunque debe serlo. "Si alguno oye mi voz" es una declaración de que él aceptará al residuo que le abra.

Y queramos o no, Dios tendrá un remanente fiel "que tiembla a su Palabra". No hay un estatus legal que garantice una suerte colectiva. Cada iglesia será pesada en la balanza del santuario y será juzgada de acuerdo a los privilegios concedidos.

Si la iglesia no satisfizo las expectativas esperadas, conforme a la luz entregada, será hallada falta. Será vomitada.

Pero podemos reaccionar de dos maneras a esa realidad: con celo dogmático para justificarnos, o con celo de humillación para arrepentimiento. Y esto no es el fútbol ni el béisbol para ser leal aunque se pierda.

Definitivamente los que se salvan no son la mayoría, ni les tocará a los que se salvan las propiedades terrenales. Nunca es un objetivo dejar de ser parte; pero por mucho que te haga enfadar, no te salvará ser parte sino fiel.

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ETAPAS Y CONDICIONES DISTINTAS DE LA IGLESIA Por Abraham Sánchez  "El misterio de las siete estrellas que has visto en m...
07/11/2025

ETAPAS Y CONDICIONES DISTINTAS DE LA IGLESIA
Por Abraham Sánchez

"El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias" (Apocalipsis 1:20).

En el Apocalipsis, las etapas de la iglesia se declaran como un misterio, y están caracterizadas por un ministerio con gerencia espiritual y agenda educativa diferente. Dependiendo la calidad espiritual ministerial está la condición espiritual de la iglesia y de ello dependerá su suerte.

El ángel de cada iglesia histórica es emplazado para dar cuenta de su testimonio a cada cuerpo de creyentes y son los que primordialmente darán cuenta ante Dios por la experiencia general de su iglesia.

Cada iglesia en su época juega un rol, y termina en una condición que deja en alto verdades determinantes, o las echa por tierra. Lo que resalta en el relato de la mayoría de las iglesias de Apocalipsis 2 y 3 es que fracasan en su experiencia espiritual por la condición deplorable, pero que un residuo fiel traspasa la antorcha de la verdad y su experiencia para el despegue de otra etapa de la iglesia, u otra iglesia.

La primera iglesia enfocada es la de Éfeso. Las características la identifican con el primer siglo de la Era Cristiana. Esta iglesia tuvo un magisterio apostólico fiel, pero en la medida de la desaparición de los apóstoles y que el fervor por el segundo advenimiento se desvaneció, murió el amor inicial.

Pero hubo una clase que quedó suficientemente confirmada en la verdad que estuvo capacitada para defenderla con la vida. Ese remanente conformo la segunda iglesia, Esmirna. Los elogios al ángel de esta iglesia son loables. En todo tiempo los líderes deben aprender del espíritu de estos hombres.

Pero la persecución a la iglesia de Esmirna dejó a una iglesia totalmente dispersada y martirizada hasta lo sumo. Prácticamente eliminada. Así que el camino quedó franco para una iglesia exaltada al uso del poder. Ese matrimonio entre la iglesia y el Estado que llegó con Costantino, trajo en el 313 a la iglesia de Pérgamo.

Pérgamo es una palabra compuesta de peri = en derredor de, y gamós = matrimonio. Es el maridaje de la iglesia con el Estado secular y transitorio; con el príncipe de este mundo. Todo el que no siguió una verdad estatal fue relegado y perseguido desde el mismo liderazgo eclesial.

Pero como en cada caso, un remanente traspasó la antorcha a otra etapa y surgió la iglesia de Tiatira en el 538. Era la iglesia que traería el despertar luterano después de mucha sangre derramada en nombre de la fe. Pero pasó que después toleraba los desvíos doctrinales de la falsa religión. Era un ministerio que transigía con las enseñanzas populares. A pesar del despertar luterano.

La iglesia que vivió en persecución y que aceptó el martirio cruento, y que llegó a protestar contra los errores infundidos generalizadamente, no perseveró hasta destruir el falso sistema religioso ni a revertir la apostasía de la iglesia.

Pero surgió otra clase en Sardis, después de 1517, con una definición firme de la verdad pero con poca energía para conservarla hasta el final. Muy debilitada como para proseguir en el crecimiento de la luz, y nos encontramos con un protestantismo en franco retroceso. Debe cuidar de las pocas cosas que están para morir.

La verdad está sustentada en la Palabra revelada, y va quedando siempre en algunos pocos que subsisten en el anonimato o en el desprecio, pero que encienden en la mayor obscuridad. Hay un poder que preserva a pensar del poder de las tinieblas.

Para 1798 tanto el poder secular como el protestantismo habían hastiado al mundo en el primer caso, y estancado el poder del testimonio de la verdad y su desarrollo en el segundo. Y la filosofía junto al escepticismo ganó fuerza. Toda verdad quedó anulada teóricamente.

Pero para entonces comenzó otra etapa con Filadelfia que descubrió la interpretación profética que guió a la iglesia a descubrir la verdad, no por las corrientes interpretativas vendidas al pueblo y la influencia del poder sino por el escudriñamiento detenido de las Escrituras.

El movimiento luterano emergió del escepticismo a la dependencia de la Palabra hasta plantear con firmeza la hora de un juicio de Dios a la historia pasada y su comportamiento con la luz recibida.

La experiencia de la iglesia de Filadelfia fue la más gloriosa desde Esmirna, y la más fructífera en conocimiento desde Éfeso y legó a la iglesia de Laodicea en 1844 un caudal poderoso del entendimiento de la Revelación.

Laodicea fue el remanente de Filadelfia. El chasco milerita dejó casi del todo en las cenizas a la iglesia más brillante. A pesar de toda la luz recibida, Laodicea no conserva el fervor que caracterizó a la iglesia anterior, ni ama la verdad como para reflejarla con su poder.

Cuando la teoría de la verdad no se ama, se vive una religión de forma que se defiende con fiereza sin respaldo práctico. No se niega la verdad ni se vive. Ni calor ni frialdad. Lo más abominable para Dios.

El hilo de la verdad en Laodicea alcanza a una clase excepcional relegada que al final será el último remanente. No una nueva iglesia, porque ya no habrá más iglesias en el santuario. Pero la iglesia no termina tibia.

La iglesia triunfante será un remanente que representará el triunfo, no de una etapa exclusiva de la iglesia, sino que representará lo mejor de la iglesia de toda la historia y el triunfo de Dios. No será una octava iglesia en el santuario sino el resultado del ministerio del sumo sacerdote ya acabada la intercesión.

En la iglesia triunfante habrá una representación espiritual no de la séptima iglesia sino de cada una de las siete que traspasaron la antorcha de una forma u otra.

Cuando la intercesión haya acabado, entonces habrá iglesia triunfante. Ya el sacerdote no camina entre las siete lámparas, y suelta su incensario.

En ese momento a punto de ocurrir, tú debes estar listo para no ser hallado tibio y para no ser vomitado de la boca del Señor.

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UN REMANENTE DEL REMANENTE 2° partePor Abraham Sánchez  "Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impío...
06/11/2025

UN REMANENTE DEL REMANENTE
2° parte
Por Abraham Sánchez

"Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán" (Daniel 12:10).

La palabra "remanente" (λοιπῶν = loipōn) se traduce del griego loipós, que se refiere a restante, o lo demás. En el remanente Dios será exaltado. Lo más degradado de la raza humana ensalzará la gloria de Dios.

Pero la iglesia del tiempo del juicio desde 1844 pasará por un escrutinio. Es exactamente lo que declara la profecía sobre la clase que vivirá durante el proceso. "Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán" (Daniel 12:10).

La palabra "muchos" en este caso no se refiere a una mayoría; solo se refiere a que un buen número alcanzará el sello de Dios. No debemos imaginar que todos o la mayoría de los que están en la iglesia son fieles y que terminarán sellados.

Además, el tiempo del juicio ha sido de años y siglo. No todos los que han vivido en el tiempo del juicio son el remanente que pasará la prueba que calificará a la iglesia representativa de Dios ante el universo. Entonces tenemos dos escenarios, de condición individual y de época probatoria colectiva que es puntual con una clase.

De hecho, el mismo texto de Apocalipsis dice que se tratará de "los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (12:17). Y la prueba de los mandamientos, si bien pudo ocurrir en cualquier etapa del juicio, solo ocurrirá cuando se forme la imagen de la bestia. Los de 1800s, ni los de 1900s terminaron refinados como el oro puro.

La prueba final que definirá un remanente sellado debió ocurrir con las generaciones de décadas pasadas; pero no ha ocurrido exactamente por la incapacidad o infidelidad de los profesos cristianos.

De cualquier manera, la iglesia de Dios es una sola en la historia. Lo que estamos enfocando es que la iglesia es probada por etapas. O más bien la prueba se ha intentado con cada etapa. Aun en la misma era del juicio hay una prueba final.

Malaquías presenta la obra del juicio como una labor de refinamiento en el tiempo, en la que una clase termina purificada y la otra desechada:

"Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos" (Malaquías 3:3-4).

Esa clase es la que es pesada en la balanza del santuario y pulida para pasar por la prueba de los mandamientos de Dios, cuando no podrán comprar ni vender. Es a esa clase a la que se refiere lo declarado sobre el remanente al decir "los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo".

La prueba final será con relación a la lealtad a los mandamientos de Dios; vs las pasiones carnales bajas. Ezequiel ve una clase abominable en contraste con otra casi imperceptible que gime por las abominaciones generalizadas y por su propia purificación. Una es sellada y la otra es destruida:

"ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella" (Ezequiel 9:4). Pero la clase que no aspira al ideal divino, es desechada y destruida:

"Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él [el ángel sellador], y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo. Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de mu***os; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad" (Ezequiel 9:5-7).

Evidentemente una clase final pasa por un proceso distinto al de generaciones que dentro del mismo tiempo del juicio quedó en el juicio de los mu***os. La clase viva final no tendrá otro estándar más que la plenitud de Cristo, el sello de Dios.

Nadie podrá referir la perfección de la Edad Media, o del tiempo de Abraham, Jacob, Job, o de los apóstoles. El nivel de prueba será distinto y nadie se excusará de haber vivido por debajo de lo esperado.

La iglesia remanente final será definida por una clase que en el tiempo del juicio podrá subsistir sin ver muerte por causa de su victoria sobre las pruebas y el pecado. La luz será proporcional a su experiencia. Es un remanente del remanente. "Los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo".

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