05/11/2025
Aprendíendo a soltar y acompañar
Por años, traté de que mi hijo Damián, dejara su fascinación por los abanicos. Me esforzaba por distraerlo, quitarle esa costumbre o hacer que pusiera su atención en otras cosas.
Pero con el tiempo comprendí algo muy importante: esa fascinación no le hacía daño a nadie, ni lo atormentaba a él. Era simplemente una forma de encontrar calma, de sentirse en paz.
Cuando entendí eso, decidí fluir, respetar su proceso y acompañarlo desde el amor. Dejé de pelear con esa parte de él, y comencé a usarla incluso como una oportunidad para reforzar conductas positivas. A veces, observar un abanico se convierte en un momento placentero, cómo hoy que hasta busco una silla en una tienda para sentarse a observar varios abanicos, y yo lo espere tranquila, dandole su tiempo y espacio. Aprendiendo que hay que disfrutar cada momento y cada situación con el.
Claro, siempre con cuidado de que no se convierta en una obsesión que lo limite, sino en algo que podamos canalizar juntos.
He aprendido que acompañar no siempre significa cambiar, sino aceptar, entender y guiar con respeto.
Cada persona dentro del espectro tiene sus propios intereses, sus propias maneras de conectar con el mundo. Y cuando dejamos de luchar contra eso, y empezamos a mirar con el corazón, todo se vuelve más ligero y fluye mejor. 💙