20/06/2025
Pensé que era solo una alergia… hasta que ya no podía abrir el ojo
La historia de Ernesto y su culebrilla
Ernesto tenía 52 años.
Un hombre fuerte, acostumbrado a aguantar.
Nunca le gustaron los médicos, ni los chequeos, ni “exagerar por cualquier cosa”.
Una mañana notó una sensación extraña en el lado derecho de la cara.
Ardor, cosquilleo, algo que parecía una picazón intensa.
“Debe ser alergia al sol”, pensó.
Pero al día siguiente, aparecieron las ampollas.
Una línea de pequeñas lesiones rojas, como un collar de fuego, que bajaba desde la frente hasta cerca del ojo.
Su esposa le rogó que fuera al médico.
Él se negó.
“Eso se cura solo”, decía.
“Un poco de crema y listo.”
Pero no fue así.
Al tercer día, el dolor era insoportable.
No podía dormir, no podía tocarse el rostro.
Y lo peor… su párpado estaba completamente cerrado, inflamado, y con visión borrosa.
Fue entonces cuando, con miedo y urgencia, finalmente acudió al hospital.
El diagnóstico fue inmediato: Herpes Zóster Oftálmico.
Culebrilla, pero no cualquier tipo…
Una forma peligrosa, que afecta el nervio trigémino y puede dejar secuelas graves.
Los médicos le explicaron que si hubiese comenzado tratamiento antiviral en las primeras 72 horas, quizás habría evitado el daño.
Pero ya era tarde.
La inflamación había llegado al ojo.
Y la infección había comenzado a afectar la córnea.
Ernesto pasó semanas en tratamiento.
Gotas, pastillas, analgésicos, visitas al oftalmólogo.
Logró conservar parte de la visión, pero quedó con una neuralgia postherpética, un dolor constante, punzante, que le recordaba cada día lo que ignoró.
Hoy, Ernesto lo cuenta sin vergüenza.
Porque entendió que aguantar no es ser valiente.
Que ignorar el dolor no lo hace desaparecer.
Y que una consulta a tiempo puede marcar la diferencia entre recuperarse… o vivir con una secuela para siempre.
¿Sientes ardor en la piel? ¿Aparecieron ampollas en un solo lado del cuerpo o la cara?
¿Dolor tipo quemadura antes de que salieran las lesiones?
No lo dejes pasar.
La culebrilla no es solo una erupción. Es una reactivación del virus del herpes zóster… y puede dejarte una marca para toda la vida.