25/11/2025
El valor gratificante de los alimentos y el placer que provocan está estrechamente relacionado con sus efectos posdigestivos (absorción de nutrientes en el intestino delgado, la reabsorción de agua y la formación de heces en el intestino grueso, y la eliminación de desechos)
La recompensa alimentaria se considere una «suma de «capas de recompensa» relativamente independientes que actúan para mantener un equilibrio energético positivo». Más concretamente, se proponen tres capas de señales de recompensa:
1.- Señales proximales: Asociadas con el consumo de alimentos (por ejemplo, el sabor)
2.- Señales distales: Asociadas con los efectos posdigestivos producidos por los nutrientes
3.- Señales preingestivas: Señales visuales u olfativas que predicen las recompensas proximales y distales.
Los azúcares, por ejemplo, pueden considerarse recompensas «de doble capa» que consisten en moléculas portadoras de energía (señal distal) que también son muy apetecibles (señal proximal).
Es fundamental señalar que se postula que estas tres capas están unificadas por su capacidad común para activar el sistema de la dopamina en nuestro cerebro.
Frontiers in Psychiatry -
DOI: 10.3389/fpsyt.2021.824936
Food and Addiction: A Comprehensive Handbook -
DOI: 10.1093/med:psych/9780199738168.001.0001