01/11/2025
👉 ¿Si dejo de comer sopas me pasará algo malo?
✅ No, al contrario: tu metabolismo y tu nutrición mejoran.
En Ecuador, la sopa no es solo una costumbre: es casi una regla familiar. Muchos crecimos escuchando “cómete la sopa, que eso alimenta”. Pero cuando analizamos su composición real, encontramos una verdad incómoda: las sopas tradicionales, tal como las preparamos, no nutren; solo llenan el estómago.
💡 El problema no es cultural, es metabólico
En nuestro país, una sopa típica contiene entre 6 y 12 gramos de sal, es decir, más del doble del límite diario recomendado por la OMS (5 g de sal = 2 g de sodio). Este exceso provoca retención de líquidos, aumento de presión arterial y sobrecarga renal, especialmente en adultos mayores o personas con sobrepeso.
Además, los caldos suelen elaborarse con huesos, vísceras o sobras de carne, lo que significa muy poco aporte proteico real. Si es una sopa de verduras, el contenido de proteína es casi nulo; y si es de pollo, tras más de una hora de hervor, las proteínas y vitaminas hidrosolubles se degradan y se pierden en gran parte. Lo que queda es agua, grasa, sal y sabor.
🚨 La sopa desplaza la comida que sí nutre
Otra práctica muy común en Ecuador es comer “la sopa primero y el segundo si alcanza”. Este hábito, heredado de generaciones, desplaza los alimentos verdaderamente importantes: proteína (pollo, pescado, huevo), carbohidratos complejos y verduras enteras.
El estómago se llena de líquido salado y caliente, que da sensación de saciedad momentánea, pero deja al cuerpo sin los nutrientes que necesita para mantener masa muscular, energía y equilibrio metabólico.
Por eso vemos con frecuencia en consulta:
▲ Personas que “comen bien”, pero mantienen fatiga, pérdida muscular o anemia leve.
▲ Niños que llenan su estómago de caldo, pero no terminan el plato principal.
▲ Adultos con presión alta, hinchazón y sobrepeso, a pesar de “comer poco”.
💡 El valor nutricional real del caldo
Una sopa puede aportar pequeñas cantidades de minerales si se consume junto con los sólidos (pollo, legumbres, vegetales). Pero el caldo por sí solo no tiene proteínas suficientes para reparar tejidos ni fibra para estimular el tránsito intestinal.
Y la idea de que “ayuda al intestino” es un mito: el estreñimiento no mejora con caldo, sino con agua suficiente, fibra natural y movimiento.
En términos metabólicos, las sopas cargadas de sal y grasa actúan como un “ultraprocesado líquido”: alteran la regulación del apetito, generan retención y estimulan una alimentación desbalanceada.
💡 Qué sucede cuando las eliminas
Cuando reemplazas las sopas por un plato completo y equilibrado (proteína + carbohidrato complejo + grasa saludable + vegetales), tu cuerpo recibe energía sostenida, se estabiliza la glucosa y disminuye la inflamación.
En pocas semanas, la diferencia es evidente:
▲ Mejor tránsito intestinal sin necesidad de caldo.
▲ Menor hinchazón y presión arterial más estable.
▲ Más saciedad real, menos antojos y más energía.
▲ Preservación de la masa muscular y mejor control del peso.
No necesitas sopas para “comer bien”.
Necesitas nutrientes reales, no caldos vacíos. Y en un país donde la sopa se ve como sinónimo de cuidado, vale aclararlo: dejar la sopa no enferma; mantenerla en exceso, sí puede hacerlo.
En tu plato principal está todo lo que el cuerpo necesita.
La salud no está en el caldo, sino en el equilibrio.
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➰ DR. JORGE CRIOLLO
Medicina y Nutrición Clínica
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