06/11/2025
Cuando una mujer en poder es humillada públicamente y otras guardan silencio, no solo asistimos a un episodio mediático: presenciamos un espejo social.
Ese reflejo también lo viven nuestras hijas, cada vez que callan ante el abuso, la burla o la injusticia por miedo a “exagerar”.
Algunas reaccionan, otras de paralizan. Y ambas necesitan sostén.
La fuerza femenina no se mide por soportar, sino por atreverse a no hacerlo sola.
Criar hijas con voz no es enseñarles a ganar discusiones, sino a reconocer cuándo un límite fue cruzado y a sostener la mirada firme cuando otra decide ponerlo.
Porque el silencio de una es también el silencio de todas.
La fortaleza no está solo en resistir, sino en acompañar la resistencia de otra. Y ese tipo de solidaridad se empieza a construir mucho antes de la adultez.