15/11/2025
Hoy compartí un espacio lleno de historias que conmueven el alma.
Escuché a mujeres y hombres que han atravesado pérdidas profundas: un cónyuge, un hijo, una madre… y aun así encontraron fuerza, propósito y fe para seguir adelante.
Entre cada testimonio entendí algo esencial:
la educación emocional y espiritual no nos evita el dolor, pero sí nos sostiene cuando la vida nos quita el aliento.
Ser “sirena” —como muchas de ellas se llaman— no es solo un título.
Es aprender a mantener la esperanza viva, incluso cuando el corazón está herido.
Es elegir seguir creciendo, sanar y sostenerse unas a otras.
Hoy salí inspirada.
Recordé que no estamos solas,
que la resiliencia se aprende,
y que cuando una sana… también sana su familia.