Dra. Elena Solla-Internista

Dra. Elena Solla-Internista Consulta de Medicina Interna Consulta médica
Especialidad en Medicina Interna

El cuerpo es materia. Es contacto. Es percepción. Es transmisión. Es el sustento orgánico de nuestra existencia terrenal...
20/11/2024

El cuerpo es materia. Es contacto. Es percepción. Es transmisión. Es el sustento orgánico de nuestra existencia terrenal. No obstante, no lo es todo. Nuestra vida interior, pensamientos, sentimientos, vivencias…viven en comunión con nuestro cuerpo, a veces con mayor otras con menor entendimiento.
En el ritmo de vida de los países occidentales, a veces la velocidad con la que vivimos nos lleva hacia una desconexión con lo físico, lo orgánico. Vamos de un sitio a otro pensando en lo que tenemos que hacer, en lo que hicimos, y a menudo perdemos el punto de referencia intangible (el presente) y el tangible (el cuerpo). En este contexto, no es raro que el cuerpo envíe señales, que van de lo sutil: molestias, dolores, alteraciones del funcionamiento, hasta el daño orgánico objetivable: la lesión tisular.
Cuando el cuerpo envía una señal sutil, la desconexión puede hacer que pasemos por alto el mensaje. En ese caso, puede tratarse de un mero desequilibrio autosolventable, o puede progresar hasta que el mensaje sea tan claro como un repartidor llamando a nuestra puerta.
Cuando la lesión, el daño, la enfermedad, está establecida, podríamos pensar que en ese momento no hay escapatoria y la necesidad inexorable de cuidados nos traerá de vuelta a lo importante, pero no es así. En muchas ocasiones las personas siguen sin conectar con el mensaje de fondo que trae un proceso de enfermedad, y continúan en su vorágine de hacer-hacer-hacer. En ese caso puede empeorar el cuadro clínico, o puede asociar un derrumbe emocional añadido.
Aún sabiendo cómo se desarrolla el proceso, no deja de sorprenderme cuando alguien en consulta me pregunta, si con un proceso infeccioso pueden seguir yendo al gimnasio o si con una lesión grave pueden hacer un viaje a un sitio lejano con todo lo que implica.
La enfermedad requiere en líneas generales, de descanso. Algo tan sencillo como parar el ritmo de vida frenético y cuidarnos. Respetarnos, dejar que los mecanismos de reparación tisulares actúen a nuestro favor. Los fármacos ayudan, pero necesitamos hacernos conscientes de nuestras necesidades, y remar a favor de la corriente. Escucharnos, atendernos, mimarnos, recuperar la conexión interna que durante milenios de evolución nos ha permitido llegar hasta donde estamos.

Cuando estudié la carrera de medicina, hace bastantes años ya, recuerdo un gran compendio de referencias de todo lo técn...
18/03/2024

Cuando estudié la carrera de medicina, hace bastantes años ya, recuerdo un gran compendio de referencias de todo lo técnico: diagnóstico, pronóstico, tratamiento. Una asignatura tras otra, de contenido teórico respecto a funcionamiento del cuerpo sano, bases de bioquímica, biología, y resto de materias estructurales, armazón sobre lo que se sostiene el conocimiento médico. Pero no fue hasta que estaba cursando la especialidad, que me encontré con la realidad del oficio. Personas, de todo tipo y condición, cada una con su origen, su compendio de creencias, sentires, formas de reaccionar. Pacientes que aguantan el dolor sin decir nada, otras que lo toleraban mínimamente, personas que preguntan inmediatamente lo que tienen, personas que esperan con miedo al diagnóstico, e incluso otras que no desean saber nada sobre su proceso, y así te lo hacen saber. Gente que llora, gente que grita, personas asustadas ante su proceso que hacen equilibrios por mantener la calma interior. Pacientes que dan todo tipo de detalles de lo que les pasa, otras que cuentan vagamente, otras que no cuentan apenas.
Ahí comprobé que no era lo mismo la teoría que la práctica, y fue durante la especialidad hospitalaria cuando asistí a un Taller de malas noticias. Fui con un compañero, y nos turnábamos a la hora de desempeñar el papel de médico/paciente. Claro, no dejaba de ser un pretender ponerse en situación, porque las situaciones reales siempre tienen más miga.
Durante la especialidad pude comprobar, también, que no eran los oncólogos los encargados de dar diagnósticos oncológicos, sino que muchas veces eramos los especialistas en Medicina interna quienes íbamos a la habitación del paciente, y poco a poco, tanteando el terreno, comunicábamos la situación, el siguiente paso a dar.
Actualmente, la situación es algo distinta. L@s estudiantes de medicina tienen asignaturas de comunicación, aunque posiblemente a la asignatura le falte lo que al taller al que asistí: el contacto real con el sufrimiento humano, con la vulnerabilidad, el miedo.
Años después de aquella época de pupitres primero y pasillos de hospital después, aún sigo cogiendo aire hondo antes de comunicar algo malo. Pero me alegro de ser capaz de acercarme a esas personas sin aparentar la frialdad de entonces.
Porque ser capaz de conmoverme con el dolor, me hace sentir más en la tierra y más en contacto con todo. Con las personas, y también, con lo bello de la vida.

Con mis deseos de salud, paz y amor para todo el mundo.Que podáis vivir estas fiestas con apertura de corazón y claridad...
24/12/2023

Con mis deseos de salud, paz y amor para todo el mundo.
Que podáis vivir estas fiestas con apertura de corazón y claridad de espíritu.
Que la confianza en la vida os permita transitar los caminos que os toque vivir.
Si son caminos lisos, que tengamos la humildad para agradecer el descanso.
Y si son tortuosos, que tengamos fuerza interior para ir paso a paso, de la mano de quienes nos acompañan.

Feliz Navidad a tod@s.

Cuando Freddie Mercury ya estaba muy enfermo, escribió su última canción. Vivía entonces en Suiza, a orillas de un lago,...
31/12/2022

Cuando Freddie Mercury ya estaba muy enfermo, escribió su última canción. Vivía entonces en Suiza, a orillas de un lago, y,
un día de invierno, contempló lo que tenía ante sus ojos, y lo plasmó en este tema, A Winter's Tale. En él describía la
belleza de todo lo que le rodeaba entonces: los cisnes, las chimeneas humeantes, la noche que se acerca, la luna, las
charlas junto al fuego...y de tanta paz y beatitud se pregunta si está soñando.

Después de un año difícil, con una lesión que me ha tenido varios meses de baja, toca recopilación de fin de año. Hasta
ahora me sabía la teoría (la salud es lo importante), pero ahora me sé la práctica, al menos el nivel iniciación. Supongo
que las personas que pasan por una enfermedad más grave, aprenden a relativizar todo, a ir a lo sencillo, a disfrutar de la
inmensa suerte que tenemos de estar vivos, y observar la maravilla de las cosas pequeñas. Por mi parte, he aprendido a tener paciencia, a dejarme ayudar, a agradecer la ayuda, que he tenido y mucha de muchas personas. Y no sólo las personas cercanas, he recibido
mensajes, llamadas y correos de ánimo que me ayudaron a sobrellevar la situación. He aprendido a rendirme a una situación que no puedo cambiar. A escuchar al cuerpo. También a dejar de hacer, hacer y hacer, y descansar. Aceptar la vulnerabilidad y el paso del tiempo en el cuerpo no es tarea fácil, pero esto me ha servido para tomar conciencia de lo que pasan muchas personas que vienen a consulta.

Os deseo de corazón que el año nuevo venga cargado de claridad de espíritu, entrega y valentía, y que estas tres cosas, os
llenen de amor para afrontar todo lo que venga.

Music video from the 1995 album 'Made In Heaven', the last Queen album to feature Freddie Mercury's vocals. Taken from Made In Heaven, 1995 and Forever, 2014...

Los rituales tienen un significado simbólico en casi todas las culturas, y cada cultura tiene los suyos. En estos días, ...
31/12/2021

Los rituales tienen un significado simbólico en casi todas las culturas, y cada cultura tiene los suyos.
En estos días, despedimos otro año. Un rito de salida y de entrada, de despedida y de acogida, de soltar y abrazar.
Han sido meses de altibajos, de emociones tristes, de rabia, de frustración, de desánimo, y meses de alegría, de esperanza, de compresión, compasión, y amor.
Pongo esas dos polaridades, aunque dentro de ellas cada persona haya sentido un crisol de emociones variado y personal.
En lo general tendemos a rechazar lo negativo, creemos que la solución es decir, ‘que se vaya este año y venga otro mejor’, aunque tal vez en ese rechazo se refleje toda nuestra dualidad ante la vida.
Rechazar lo malo y querer solo lo bueno, aunque en realidad, la vida es todo, es integración.
La salud y la enfermedad.
La alegría y la pena.
La luz y la sombra.
El amor y el miedo a vivir.
Este año he sentido de cerca la pérdida de personas que se van, y he podido percibir la grandeza de la vida, la entereza de personas que, a pesar de sufrir el dolor de perder a un ser querido, se entregan a esa vivencia, y, con dolor, siguen el camino. Y con amor, sobre todo con amor.
Así que doy gracias al 2021, a las personas que quiero, a los tropiezos vividos, a los miedos, las incertidumbres, a las personas que me reflejan mi sombra, a las risas, los besos y los abrazos compartidos.

Y os deseo que tengáis un año 2022 lleno de comprensión, paz y tranquilidad.

Los marcadores tumorales son moléculas que pueden estar elevadas en presencia de un tumor, bien generados por el propio ...
12/11/2021

Los marcadores tumorales son moléculas que pueden estar elevadas en presencia de un tumor, bien generados por el propio tumor, o como respuesta del propio organismo a la presencia de aquel.
Qué médico no ha solicitado en alguna ocasión unos marcadores tumorales.
En alguna ocasión los habrá pedido como seguimiento evolutivo en el curso de una enfermedad tumoral, siendo en este contexto donde tienen más utilidad. En otras ocasiones los pide por síntomas compatibles con la existencia de un cáncer. Una tercera situación sería solicitarlos con síntomas vagos, o en el contexto de un reconocimiento general.
El problema con estos marcadores, surge cuando, sin tener la certeza de la existencia de un tumor, se solicitan, y salen positivos. Sobre todo porque no se mira el resultado con los mismos ojos siendo paciente que siendo médico. Una vez que aparece resaltado el resultado, saltan todas las alarmas, y la persona recurre a los buscadores de internet para tranquilizarse..o no. Porque los resultados van guiando a la persona a través de un rosario de artículos alarmistas, a cada cual peor. En esa tesitura, de poco vale explicar que los marcadores tumorales, como todas las pruebas, tienen su porcentaje de falsos positivos, y que por ejemplo, una enfermedad renal o pulmonar pueden falsear el resultado. Tampoco suele ser útil comentar que una elevación mínima de estos parámetros no es igual de significativo que una elevación muy marcada. No es lo mismo 5 que 5000.
Por eso, hay que pensárselo bien antes de pedirlos a ciegas, porque una vez que sale un marcador tumoral alto, empieza la rueda de los controles y los seguimientos analíticos, creando callejones sin salida para las personas más preocupadizas.

Que paséis un buen fin de semana.

Muchas personas  pasarán estas fiestas separadas de sus seres queridos. Decisiones atípicas en una situación atípica, pl...
24/12/2020

Muchas personas pasarán estas fiestas separadas de sus seres queridos. Decisiones atípicas en una situación atípica, plagada de incertidumbres, dudas, miedos.

Pero en este escenario, lo que nos llena de esperanza (o al menos a mí me llena), es que detrás de cada decisión difícil, detrás de cada encuentro o de cada renuncia al encuentro, está siempre el amor. El infinito amor que tenemos por las personas que queremos, que en el fondo es el amor que un día nos trajo a la vida, y que llevamos siempre dentro.

Deseo de corazón que estas navidades tengamos claridad para sentirlo, cerca o lejos de nuestros seres queridos.

Feliz Navidad a tod@s.

Hoy quiero compartir el relato autobiográfico de una persona que, a pesar de ser médica, se encontró con las dificultade...
22/09/2020

Hoy quiero compartir el relato autobiográfico de una persona que, a pesar de ser médica, se encontró con las dificultades que implica ser etiquetada con un diagnóstico psiquiátrico. Admiro mucho a cualquier persona que es capaz de abrir su corazón y compartir una experiencia tan difícil.

La claridad y la luz nos aguardan al final de las crisis, sólo hay que confiar en ello.

Que tengáis un buen inicio de otoño.

Aquí estoy, escribiendo parte de mi historia, con la intención de que estos renglones, y cada palabra y mensaje contenido en ellos, pueda llegar a quien lo necesite, aportándole luz y esperanza.

Todo proceso comienza en un punto, al que yo llamo punto de inflexión, quizás para la mayoría pasa inadvertido, pero créeme, nuestra mente, su inteligencia lo registra y memoriza en lo que llamamos subconsciente, aunque quizás sea más acertado acuñarlo como inconsciente.

Me pregunto constantemente, ¿en qué parte del camino tuvo lugar mi llamado punto de inflexión?, y si es así te hago la misma pregunta, ¿cuál fue el primer punto de inflexión de tropiezo, de caída en tu vida? La verdad es que ese punto de inflexión es diferente para cada uno y esa individualización conlleva que le hagamos frente con las herramientas que poseemos, que nos han enseñado, o hemos tenido posibilidad de aprender o desarrollar en cada caso en particular.

Constantemente, tomamos decisiones sobre nuestras vidas que pasan desapercibidas para nosotros, la mente se vuelve entonces nuestra enemiga, en vez de ser nuestra aliada y estamos a merced del contenido de nuestros pensamientos, identificándonos y apegándonos a ellos tan fuertemente que ya no distinguimos qué, ni quiénes somos realmente.

Terminamos viviendo una vida que no era la que deseábamos, y ni siquiera sabemos cómo hemos llegado ahí.

Desde que tenía siete años, siempre supe a lo que me dedicaría, mi verdadera vocación, la medicina. Era una niña sensible y perceptiva. No tuve las cosas fáciles ¿pero quién las tiene? Eso no hizo de mi menos, sino más, y trabajé duramente para alcanzar mi objetivo y mi sueño. Así que vuelvo a mi pregunta ¿en qué punto del camino debí caerme? Al principio creía que tendría que haber sido una caída silenciosa y sin que nadie lo viese, nunca vi las señales de todo lo que se iba a precipitar sobre mi en aquel tiempo, pero la realidad que puedo ver ahora, es que vivía sin tomar consciencia de mis emociones y pensamientos. Así que cuando tuve que hacer frente en el año 2012 y 2013, a múltiples cambios, respecto al plano laboral, familiar y sentimental, también lo hicieron mis emociones y pensamientos, en forma de tsunami, sintiéndome ahogada y paralizada por el miedo.

Confié en la medicina que conocía, y acudí a mi primera psiquiatra, que durante meses me trató junto con la ayuda de una psicóloga, de un Trastorno ansioso-depresivo. Desde el primer momento se inició tratamiento farmacológico con antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), ansiolíticos (tipo benzodiacepinas) y psicoterapia. Pero yo no estaba mejorando, o si lo hacía, era por un tiempo fugaz, porque nada estaba cambiando realmente: mi modo de sentir, de pensar y de analizar seguían inmutables, aunque ligeramente aturdidos bajo el manto de la medicación.

El siguiente escalón, fue el diagnóstico de Enfermedad depresiva moderada, y lo que conllevaba; más medicación y cambios en los antidepresivos. Con los antidepresivos duales como la venlafaxina, experimenté por primera vez lo que describen como “pensamiento acelerado” y euforia, por lo que se redujo dosis y se inició otro antidepresivo, sumando anticonvulsivantes como estabilizadores del ánimo (ácido valproico y oxcarbamacepina).

En actos de absoluta desesperación llegaba a retirarme yo misma la medicación porque los efectos secundarios como estreñimiento, pérdida de cabello, temblores, hematomas (por disminución de plaquetas), boca seca, pérdida o ganancia de peso, y un largo etcétera me hacían sentir aún peor. El grave problema que ignoraba por aquel entonces es que al quitarlos repentinamente por mi exasperación, la oleada química de retirada hacía que empeorase y se manifestasen síntomas que se atribuían al empeoramiento del trastorno psiquiátrico, cuando era la propia deprivación de mi sistema nervioso central (SNC) a los psicofármacos.

Para preservar cierta intimidad en todo mi proceso, en 2014 decidí consultar a otro psiquiatra por vía privada, fuera del ámbito público donde yo trabajaba. Eso supuso el principio del fin. En aproximadamente dos meses, me diagnosticó de Trastorno bipolar tipo II tras sufrir un cuadro de “hipomanía” (asociado al antidepresivo prescrito), pautándome entonces el litio. Los efectos secundarios del litio era tan intensos y horribles que apenas podía sostener un vaso de agua en mis manos sin derramar parte del mismo, la boca me temblaba, no podía casi hablar, hasta no poder ni mantenerme de pie, lo que provocó uno de los muchos ingresos en urgencias posteriores.

La incorporación además de antipsicóticos, por la creencia de que era “no respondedora” a los distintos psicofármacos prescritos, supuso una caída en picado. No me olvidaré del aripiprazol o Abilify® y cómo me condujo a experimentar lo que se conoce como “acatisia”, una desesperación interior tan grande que no podía estar quieta, caminaba y caminaba por los pasillos de mi casa, porque el parar resultaba insoportable, hasta el punto de desear tirarme por la ventana y terminar con esa inquietud. En pocos meses empecé a sufrir y experimentar disociaciones y ausencias. Distintas personalidades salían a la luz, a la vez que los antipsicóticos orales, intramusculares y hasta inhalados se iban turnando.

Podría seguir nombrando numerosos fármacos que día tras día se añadían, se cambiaban dosis, o se retiraban otros, porque no obtenían la respuesta esperada. Mi mente se había roto por completo, mi verdadero ser había desaparecido.

El sufrimiento era tan intenso, que me autolesionaba para calmar el “dolor interno”. Necesitaba experimentar cierto dolor físico, que le pusiera “forma y sentido” al dolor psíquico. Las ideas de suicidio se repetían en mi mente día tras día, hasta que tomaban estructura, y la mira a través de la cual experimentaba la vida era desoladora, creía y sentía firmemente que no podía cambiarla.

En algo menos de dos años mis entradas y salidas del hospital habían sido numerosas, y el historial de diagnósticos no le hacía sombra: Enfermedad ansioso-depresiva, Enfermedad depresiva moderada, Enfermedad depresiva grave, Enfermedad Bipolar tipo II, Rasgos de Cluster B, Trastorno de Identidad Disociativa. Hasta nueve psiquiatras distintos me habían valorado en un período de tres años, pero ninguno pudo VERME realmente. Yo me había olvidado de quién era, había renunciado a mí, no estaba presente. Experimenté lo más parecido a una lobotomía frontal, pero de origen farmacológico.

¿Quién era YO y dónde estaba? No lo sé, pero NO era un conjunto de ETIQUETAS.

¿Cuál era realmente la balanza beneficio/riesgo? Pasé de ser una mujer de treinta años sana, casada, profesional médico, estudiante y deportista, a ser una mujer de treinta y trés años que tomaba hasta doce pastillas al día con múltiples trastornos psiquiátricos e incapaz de hacer una vida normal.

Se empezó un proceso de incapacidad temporal en grado finalmente de total, por mis bajas sucesivas y cada vez más prolongadas. El que era mi marido por aquel entonces, me solicitó el divorcio a los tres días de mi último ingreso. Así que “enferma”, sin mi profesión y sin mi principal compañero, todo lo que creía que era yo, o que me representaba, se había derrumbado como un castillo de naipes. Sin embargo, me di cuenta de que aún existía, de que yo no era mis pensamientos, ni nada de lo que creía ser, fue entonces cuando quién realmente SOY afloró. Elegí vivir y recuperar las riendas de mi vida. Si me hacía responsable de lo que me había ocurrido, también me hacía responsable y me daba el poder de que nunca más me sucediera algo así.

Con la ayuda de una última psiquiatra, que se cuestionó cómo se había procedido conmigo, iniciamos la desprescripción o retirada de todos los psicofármacos a los largo de varios meses y de forma progresiva, hasta que tuve la obtención del informe de Alta por RESOLUCIÓN de todos y cada uno de los diagnósticos.

Voluntariamente colaboraba en proyectos de investigación dentro de mi Servicio Hospitalario para recuperar la rutina y disciplina que siempre había tenido. Reclamé a la Seguridad Social la valoración de mi caso una y otra vez cuando me llegaban respuestas de denegación porque no procedía. Seguí enfocada, luchando, poniendo voz y cara a mi caso, investigando, estudiando y haciendo los escritos yo misma (puesto que no tenía dinero para pagar a un abogado) que presentaba vía jurisdiccional, hasta que conseguí la revisión por un tribunal médico de la Seguridad Social en 2017.

El día que fui a recoger la resolución del tribunal médico, mi madre se encontraba ingresada en el hospital por un cáncer de pulmón en estadío avanzado metastásico recién diagnosticado. Entre sollozos y balbuceos, pude decirle que retiraban la incapacidad en cualquiera de sus grados. En Julio de 2017 conseguía incorporarme a mi plaza como médico residente, a la vez que me encargaba de la atención médica de mi madre. Mi madre fallecería un año después, y yo finalizaría mi especialidad con mención de excelencia.

Muchos compañeros dicen que soy un milagro, pero tan sólo soy parte de un sesgo del sistema que aún está vivo para contarlo. Estoy aquí porque decidí vivir con consciencia y no rendirme, porque decidí cuestionarme las cosas, mis creencias, mis pensamientos y hacerme cargo de todos ellos. Quería dar VOZ a los que aún no escuchan la suya o no saben que la tienen y aportar mi gota en este inmenso océano.

Muchas veces nos obcecamos como médicos en buscar síntomas que corroboren lo que “creemos”, que nos lleven al diagnóstico que hemos “sospechado” previamente. Tengo muy claro y soy consecuente al decir que nuestra profesión no es fácil, que podemos equivocarnos, pero también es maravillosa y supone un reto día tras día. Nuestro deber como médicos no es con el paciente, sino con la persona y ser humano. La dinámica de nuestro mundo, no sólo el mundo médico, no has hecho abandonar nuestra verdadera naturaleza, no nos preocupamos de escuchar, de entender, ver o sentir a quién tenemos delante, porque principalmente no lo hacemos con nosotros mismos. Tratamos síntomas o enfermedades y la figura de la persona ha quedado relegada o en el olvido.

Acepto todo lo que me tocó vivir. He conocido el in****no, y no es un lugar al que vaya a regresar. Creo firmemente que de las situaciones o experiencias de mayor sufrimiento, nos alzamos con mayor fuerza. Sin todo lo vivido, no tendría la claridad y la percepción del mundo y de la propia vida que tengo hoy. Han sido años de mucho trabajo y esfuerzo personal, de mucha soledad y aislamiento, pero el mayor regalo que he obtenido, es mi LIBERTAD, al no ser esclava de mi mente, de mis emociones, ni de los acontecimientos externos y poder dirigir mi vida verdaderamente, hacia donde yo decida.

Kalimán escribió:
«Incluso el camino más largo comienza con el primer paso»

En memoria de Carmen, por su fe, fortaleza, valentía y amor incondicional a sus hijos sobre todas las cosas. Gracias mamá.

Paula Masiero Aparicio
10 de Septiembre de 2020

Tras esta difícil etapa, esta semana retomo las consultas presenciales. Será con las debidas precauciones, sobre todo co...
11/05/2020

Tras esta difícil etapa, esta semana retomo las consultas presenciales. Será con las debidas precauciones, sobre todo con la intención de continuar el seguimiento de los problemas de salud de aquellas personas con patologías crónicas que estos dos últimos meses se han centrado en quedarse en casa por la situación actual.

El encierro en casa, con una marcada limitación de la actividad física, aunque nos protege de unas cosas, nos pone a merced de otras. Ganancia de peso, mal control metabólico, trastornos de sueño, desajustes de medicación, alteraciones del estado de ánimo, problemas circulatorios, empeoramiento de enfermedades neurodegenerativas, y muchas más. La salud no es sólo ausencia de patología infecciosa, aunque en esta temporada los virus nos hayan traido 'de cabeza'.

Así pues, retomo la consulta, como siempre con cita previa. Dejaremos los besos y abrazos para otro momento, y os pediré que acudáis sol@s a consulta, salvo casos que por edad o condición necesitéis venir con acompañante.
Os pediré también puntualidad, para evitar esperas innecesarias, aunque quienes conocéis mi consulta sabéis que la idea siempre es que las citas no se solapen y evitar el agobio de los hospitales. Mi intención siempre es que venir al médico sea una experiencia lo más cómoda posible.

Mientras dure esta etapa os atenderé con mascarilla para tranquilidad de tod@s.

Un abrazo virtual, nos vemos pronto.

Nos educan muchas veces en la autosuficiencia. En no depender de nadie. Aprender a sacarse un@ mism@ las castañas del fu...
04/04/2020

Nos educan muchas veces en la autosuficiencia. En no depender de nadie. Aprender a sacarse un@ mism@ las castañas del fuego. En no necesitar a los demás..
Y llega una pandemia, y nos enseña que tenemos pan, porque el panadero abre su tienda. Que las calles están limpias, y los edificios y sus portales, porque hay personas que salen a diario de casa con esa tarea. Que hay personas de guardia en centros de salud y hospitales, por si los necesitamos.
Aunque posiblemente la hogaza de pan dependa de más gente.
De quien enciende el horno y amasa.
De quien muele la harina.
De quien la transporta.
Y seguramente de quien cultiva el cereal.
Y esto lo podríamos aplicar a cualquier faceta de la vida.
Posiblemente no sólo ahora, sino cada día de nuestra vida, en la que una red invisible nos conecta a todos.
A lo mejor no estamos tan separados, ni hoy ni ningún día, y todos somos uno.
Y tal vez la distancia que nos separa estos días tampoco sea real, pues cuando los corazones están conectados, no existe separación.

Ánimo a tod@s!

Real Live Roadrunning is a concert film recorded live on 28th June 2006 at the Gibson Amphitheatre in Los Angeles towards the end of Mark and Emmylous' tour ...

Hoy más que nunca cobra sentido felicitar a los padres.Padres que hace años vivieron situaciones muy difíciles.Transitan...
19/03/2020

Hoy más que nunca cobra sentido felicitar a los padres.
Padres que hace años vivieron situaciones muy difíciles.
Transitando por senderos de cambio, como estamos transitando ahora.
Sabiendo de dónde venían, pero no a dónde iban.
Padres de entonces que ahora son abuelos, algunos tuvieron que emigrar para buscarse los garbanzos, viviendo el dolor de la separación de sus hijos.
No tenían compras por internet, no se cogían vuelos baratos, ni colgaban sus fotos, ni esperaban likes.
Trabajaron toda su vida, por nosotr@s.
Y ahora muchos pasan este día separados de sus hij@s. Muchos sin comprenderlo del todo, pero aceptando.

Con la confianza de que el amor es el motor de todo, y que el que da todo lo que tiene, no está obligado a dar más.

Feliz día del Padre, muchos ánimos a tod@s!

En situación de crisis, lo que más nos puede ayudar, es la paz interior. Vivimos una vida cómoda, comemos a diario, tene...
13/03/2020

En situación de crisis, lo que más nos puede ayudar, es la paz interior.
Vivimos una vida cómoda, comemos a diario, tenemos techo, y, si hay suerte, trabajo.
La inmensa mayoría de quienes leemos esto, tenemos las necesidades básicas satisfechas.
Pero llega una situación distinta, no conocida, y la sensación de falta de control nos llena de angustia.
Pasamos buena parte de la vida tratando de controlar. Que las cosas no se nos vayan de las manos. Por si acaso. Prevención.
La era de los protectores: protector de pantalla, protector de estómago, cortafuegos, seguros de salud, de vida.
Creemos que controlamos la vida.
Y llega una situación como esta, y nos pone la realidad de frente. Que no controlamos nada, que no somos intocables, que hasta (incluso) ver las noticias, nos pone el corazón en un puño. Que a veces el mayor enemigo, más incluso que los microorganismos, es nuestra propia mente.

En ocasiones, las crisis pueden suponer una oportunidad.
Para tomar consciencia de muchas cosas.
De lo afortunados que somos de vivir en un entorno donde tenemos agua potable, comida en los canales de distribución, o en la huerta para quienes la cultivan.
De que haya gente que se preocupa por nosotros, nuestra familia, pareja, amigos. La gente que trabaja en los hospitales, en las ambulancias, en los centros de salud y las consultas.
De valorar el tiempo libre rodeados de las personas que queremos.
De aprovechar los momentos en casa para hacer todo aquello que no hacemos por estar siempre a mil. De escuchar música, leer, conectar con nuestro mundo interior, si nuestro exceso de preocupación no nos lo impide.
En momentos de crisis, calma. Seguramente sea la ‘medicina interna’ más preciada ahora.

Que tengáis un buen fin de semana.

Dirección

Calle Juan Florez 146, 3º
A Coruña
15005

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