Lidia Rial Psicología

Lidia Rial Psicología Terapia Online y Divulgación de Contenido.

Aunque hoy la tradición de Halloween se ha extendido por todas partes, me apena ver cómo en Galicia se va perdiendo la a...
01/11/2025

Aunque hoy la tradición de Halloween se ha extendido por todas partes, me apena ver cómo en Galicia se va perdiendo la antigua celebración del Samaín.
Para los celtas, el Samaín era ese momento sagrado de tránsito entre el mundo de los vivos y el de los mu***os; una noche en la que las almas podían regresar al mundo terrenal y reencontrarse con los suyos.
Era un tiempo de conexión, de memoria y de respeto.

Algo muy similar a lo que narra la película Coco, que explica con tanta ternura el sentido del Día de los Mu***os en México: mantener vivo el recuerdo para que los que amamos nunca desaparezcan del todo.

Me apena que se vaya perdiendo esa festividad porque refleja que estamos dejando a un lado algo que parece incomodarnos: la muerte.
Como si al no mirarla pudiéramos asegurarnos de que no se presentará.
Gestionarlo así es como tapar el sol con un dedo, como suelo decir a mis pacientes.

Hablar de las personas que ya no están no debería incomodar.
Remueve. Entristece. Aprieta.
Pero también nos enseña.

En consulta aprendo mucho observando las distintas formas en que cada hogar ha acogido la muerte y la ha explicado a sus inquilinos.
Me parece un espacio necesario, porque hablar de la muerte es, en el fondo, una manera de hablar de la vida.

Dejo esta frase de un autor que recomiendo mucho cuando uno quiere leer sobre vida y duelo:

“El tiempo que compartimos con alguien nunca desaparece.
Aunque el cuerpo se marche, los momentos permanecen dentro de nosotros,
como si el reloj se hubiera detenido solo en el corazón.”
— Toshikazu Kawaguchi

P.D.: Abrazo a quienes recuerdan.
Abrazo más fuerte a quienes este año hemos perdido.

Hay un instante en que todo cambia: cuando dejamos de perseguir la perfección, cuando soltamos la presión de ser siempre...
06/09/2025

Hay un instante en que todo cambia: cuando dejamos de perseguir la perfección, cuando soltamos la presión de ser siempre productivas, siempre correctas, siempre admirables. Esa liberación no se anuncia; se siente como un suspiro profundo que recorre el cuerpo, una suavidad que antes parecía imposible.

La autoexigencia es una carga silenciosa que llevamos en los hombros, a veces invisible incluso para nosotras mismas. Y sin embargo, cuando la soltamos, descubrimos que podemos flotar. Ligera. Presente. Viva. No es que dejemos de esforzarnos, sino que aprendemos a no castigarnos por cada tropiezo, a permitirnos respirar, a mirar la vida sin la tensión de tener que controlarlo todo.

La verdadera libertad nace en ese espacio interior donde no hay juicios, donde los errores no son fracasos, y donde el ser es suficiente. Ahí, en esa ligereza, encontramos paz. Ahí, en esa ligereza, nos sentimos realmente libres.


Puede que la sensación de estar atrapados sea como la de tener una ventana cerrada en nuestro interior.Pero la libertad ...
28/07/2025

Puede que la sensación de estar atrapados sea como la de tener una ventana cerrada en nuestro interior.
Pero la libertad siempre está ahí, esperando a que decidamos abrirla y dejar entrar el aire fresco.

Salir del piloto automático es un acto valiente. Es elegir estar presentes, respirar profundo y reconectar con lo que realmente importa.

Esta ventana abierta al bosque es un recordatorio: tienes la fuerza para abrirla, para cambiar el rumbo y para vivir con más libertad y conciencia.

La ventana está ahí. Solo hace falta dar el primer paso.

Si este mensaje te resuena, guárdatelo o compártelo con alguien que necesite este recordatorio.

Nunca antes me había parado a pensar en lo que significa para mí la palabra vida.Hasta que, un día, en una reunión de tr...
23/07/2025

Nunca antes me había parado a pensar en lo que significa para mí la palabra vida.

Hasta que, un día, en una reunión de trabajo, alguien dijo algo que me hizo detenerme: que en mis palabras y en mis ideas se sentía cuánto valoro los pequeños detalles, el disfrute, la celebración.

Y en ese momento algo hizo clic dentro de mí. ¿Estaba transmitiendo eso y no me estaba dando cuenta?

Durante años, he hablado y compartido ideas que reflejan ese sentir, pero nunca había reparado en que, sin pretenderlo, estaba mostrando lo que más me importa: vivir con atención, saborear cada instante, encontrar placer en lo simple.

No es solo algo que digo, es la forma en la que elijo estar en el mundo.

Valoro el hedonismo porque el placer también tiene que formar parte de la vida, y porque vivir así me ha ayudado a transitar el dolor cuando he tenido que experimentarlo.

Vivir de verdad es permitirse sentir todo: la alegría y el dolor, y seguir eligiendo celebrar el camino que recorremos.

Este post es un abrazo tierno a esa forma de vivir, a las calles doradas de Italia que en esa foto me invitaban a caminar despacio, a sentir cada paso, a disfrutar con calma y a simplemente estar.

Vivir así. Lo quiero hacer siempre, con el corazón abierto y cálido.

Esta es mi fórmula de vida, pero que yo viva así no significa que sea la fórmula correcta ni la única.

Cada persona tiene su manera de encontrarle sentido.

¿Cuál es la tuya? ¿Qué valores guían tu camino y te impulsan a vivir con intención?

Me encantaría que lo compartieras en los comentarios.

En medio del ruido constante, las obligaciones que parecen no tener fin y la rapidez con la que pasa el tiempo, solemos ...
19/07/2025

En medio del ruido constante, las obligaciones que parecen no tener fin y la rapidez con la que pasa el tiempo, solemos olvidarnos de una cosa esencial: detenernos. No para escapar, sino para encontrarnos. Para respirar de verdad, no solo para sobrevivir al día a día.

Dejar que el mundo se detenga un instante es un acto de amor propio. Es regalarte un respiro, una pausa consciente donde puedas soltar las tensiones acumuladas, los pensamientos que te agobian y las prisas que te hacen olvidar quién eres.

En ese pequeño espacio, algo cambia. Recuperas la conexión con tu interior, con esa calma profunda que siempre ha estado ahí, esperando a ser escuchada. No es un lugar lejano ni inalcanzable; es tu esencia, tu refugio.

Permítete hoy ese momento de tranquilidad. Mira el mar, siente el aire, escucha el silencio entre las olas.

Ser simplemente tú, en calma, es suficiente. Es necesario.

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