09/12/2025
A veces nos llegan a consulta familias contando la misma escena:
“Quiere decir la palabra. Se esfuerza. La tiene en la cabeza… pero no consigue formarla ni expresarla.”
Y detrás de ese esfuerzo tan grande suele haber algo que no siempre se ve a simple vista: la apraxia del habla infantil.
La apraxia del habla no tiene que ver con falta de inteligencia, ni con pereza, ni con que el niño “no hable porque no quiere”.
Es una dificultad para planificar los movimientos que necesita la boca para producir sonidos y palabras, incluso cuando el peque sabe perfectamente lo que quiere decir.
En el día a día, esto puede verse de muchas maneras:
• Quiere decir palabras familiares, pero le cuesta iniciarlas.
• Sus intentos cambian cada vez: hoy sale, mañana no, o aparece un gran esfuerzo visible.
• Le resulta difícil unir sonidos para formar palabras más largas.
• A veces parece que piensa la respuesta, pero su boca no acompaña.
• Usa gestos o señala porque sabe lo que quiere comunicar, pero el habla no fluye como espera.
Y aquí algo muy importante:
Todos los niños aprenden a hablar a su ritmo, y las variaciones son normales.
La apraxia es distinta: no es “retraso del habla” ni pronunciación confusa, sino un reto de coordinación motora del habla que afecta a la planificación de los sonidos.
Lo bonito es que, cuando reciben intervención especializada, muchos niños avanzan de forma preciosa: encuentran estrategias, descubren sonidos nuevos, y poco a poco sus palabras empiezan a aparecer con más claridad y menos esfuerzo.
Si alguna de estas señales te resuena, no significa que haya un problema grave. Solo quiere decir que quizá sea buen momento para consultar con un profesional que pueda observar, orientar y acompañar con calma. 🩵