26/11/2025
LA VIOLENCIA INVISIBLE
Claves para detectar la violencia psicológica en las relaciones afectivas
Hay violencias que parecen no existir. No producen moratones, no dejan marcas. Sin embargo, sí que desgarran por dentro dejando profundas huellas en el alma.
La violencia psicológica puede producirse en todo tipo de relaciones, en las parejas, en las familias, en las relaciones de amistad, en contextos de estudio, en lugares de trabajo ... Puede ocurrir en cualquier entorno, a cualquier edad y puede afectar a cualquiera. No es la primera vez que escribo sobre ello. Sin embargo, en este 25 N quisiera poner la lupa de forma específica sobre la que se produce en las relaciones afectivas.
Porque detrás de cualquier tipo de agresión machista siempre hay una violencia psicológica.
Porque la pérdida de identidad, la inseguridad, la baja autoestima, la ansiedad, la vergüenza, el miedo, la culpa o la dependencia emocional que esta violencia provoca guardan relación causal directa con que muchas mujeres no se decidan a abrir una “puerta violeta”. En la pared o donde sea.
Porque el abuso emocional encoge, paraliza, tortura, carcome…
Y no comienza de repente. Se va infiltrando de forma sibilina y sinuosa, disfrazándose muchas veces de muestras de amor: “Si no te quisiera tanto no me preocuparía de esta manera por ti”.
Así se van instaurando (y normalizando) en la cotidianidad ciertas conductas:
- Desvalorización: el agresor trata a su pareja como inferior. Recurrentes burlas, críticas, ridiculizaciones, insultos y comparaciones con otras mujeres, con el objetivo de que interiorice que no vale nada y no es nadie sin él.
- Control y dominio: pregunta continuamente acerca de dónde y con quién va, presiona para que se ponga la ropa que él quiere, controla su móvil y sus redes sociales, la persigue y se cela de todo aquel con quien ella se pueda relacionar en otros espacios de su vida.
- Aislamiento: va induciendo, de forma sutil o directamente explícita, que la mujer deje de quedar con amistades e incluso con gente de su familia, para, así, tener más poder sobre ella.
- Intimidación: grita, golpea y destruye objetos importantes de su pareja, impide que duerma o conduce de forma temeraria.
- Rechazo: muestra total indiferencia a las emociones que ella pueda manifestar, la excluye de muchas de sus actividades, le hace el vacío, deja de cogerle el teléfono o desaparece para castigarla.
- Chantaje emocional: intenta conseguir sus deseos con repetidos reproches (“es que no me quieres lo suficiente, si me quisieras harías…”), inocula la culpa (“si no hubieras dicho/hecho…”), se excusa a sí mismo (“lo hago por tu bien”) o usa los mecanismos de pena y de lástima para que la dependencia emocional se arraigue.
- Luz de gas: provoca que ella dude de sus vivencias, de sus percepciones y de su propia cordura. Ya en 1944 George Cukor adaptó una obra teatral que abordaba esta manipulación psicológica en Luz que agoniza. Grandes Ingrid Bergman y Charles Boyer. Merece la pena verla.
- Amenazas: advierte de daños hacia ella, hacia seres queridos o hacia él mismo. Para infundir miedo, culpa, terror…
- Violencia vicaria: con la que el agresor pretende destrozar a la mujer lastimando lo que a ella más puede importarle.
Que sea una prioridad para toda la sociedad abordar y prevenir cualquier manifestación de este tipo de violencia.
Que deje de ser invisible.
Que educar en el fomento de relaciones afectivas más sanas, basadas en la equidad, en la reciprocidad y en el respeto, no dependa de ningún “pin parental”.
Porque ninguna relación tiene que destruirle a nadie la vida.
Ni quebrar ni desgarrar el alma.