14/10/2025
En una ocasión, oí de refilón a una persona que decía: “¡Uy! Hoy no tengo tiempo para discutir…”
Una lectura evidente es que vivimos en una vorágine donde nos falta tiempo para todo: vamos corriendo de un lado a otro y nos parece que un espacio de tiempo vacío es un agujero que hay que llenar con lo que sea —trabajo, gimnasio, socializar, leer, escribir, cocinar o comer—. No hay lugar para parar ni un momento, observar, sentir…
El otro día, en redes, vi a un chico que hablaba del arte de no hacer nada: reservar un momento del día (él le dedicaba ¡una hora!) para sentarte en tu lugar favorito —siempre el mismo y, a poder ser, cerca o en la naturaleza— y no hacer nada: ni música, ni móvil, ni libros, ni tan solo hablar; simplemente estar, observar, sentir. Me parece durísimo, pero a la vez muy necesario: dejar de hacer, permitir que los sistemas del cuerpo se relajen, que uno de los grandes males de nuestros días —el estrés— vaya perdiendo terreno. Que el cuerpo recupere su paz y su autonomía.
Otra cosa que me vino a la mente fue: “Hoy no tengo tiempo para discutir, hoy no tengo tiempo para enfadarme.” Es una máxima por la que vale la pena vivir: valorar tan profundamente tu tiempo que el enfado, la discusión y la queja no tengan lugar en tu día. ¡Qué maravilla de día cuando no das espacio a todo eso que te quita energía y no te aporta nada!
Y así, cada mañana: “Solo por hoy, no le doy tiempo ni espacio a la discusión, al enfado ni a la queja.”
Supongo que algún neurólogo podría decirnos que el cerebro no registra bien el “no”, y que, por lo tanto, habría que buscar una fórmula en positivo.
¿Tú cuál utilizarías?
Mitakuye Oyasin
David – Equipo de organización Camí del Cor 💓