16/11/2025
Después de Londres, vino el viaje más transformador de todos: la maternidad.
Después de 7 años, sentí que mi ciclo en Londres llegaba a su fin. Volví a Barcelona con mi pareja, nos casamos con una fiesta para recordar y conecté con mis raíces. Al volver, supe que era una persona completamente diferente a la que se había ido, pero muchas personas de mi entorno esperaban reencontrarse con la Laura de antes. Así que el choque cultural inverso también pasó factura.
Seguí formándome en grupos desde la psicoterapia centrada en la persona y en trauma (gracias a la psicoterapia sensoriomotriz) para poder acompañar realmente a la persona en todo lo que le haya podido pasar.
Atravesamos la pandemia en Barcelona, y fue ese momento de reflexión el que nos ayudó a sentir que estábamos preparados para entrar en el viaje transformador más potente que he hecho en mi vida: la maternidad. Decidimos mudarnos a un pueblito junto al mar, para conectar con un ritmo más lento y darle a nuestra pequeña (y a nosotros) un espacio seguro donde poder jugar en la calle y sentirnos sostenidos por la tribu.
La maternidad ha sido un antes y un después para mí. Como si todo el trabajo previo se acelerase de golpe. Como si aquello en lo que antes dudaba, de repente, se volviera claro. Dejé ir capas de mí misma que ya no me servían, relaciones que no encajaban con mi yo actual, exigencias desmedidas que necesitaban ser revisadas y creencias que me decían que tenía que ser productiva a toda costa, hasta llegar a la conclusión de que vivo para mí, no para demostrarle nada al mundo.
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