31/10/2025
Muchos profesionales, dentro del contexto deportivo, estamos sujetos a un estilo de vida que, a menudo, dista de lo saludable. A pesar de que, paradójicamente, dentro de nuestra labor, hacemos énfasis en el equilibrio cuerpo y mente y en la salud emocional, los ritmos de vida, los horarios, los hábitos y la forma en la que nos cuidamos pueden resultar, en algunos momentos, más que deficientes.
Si, a todo esto, le añadimos la (auto) exigencia y la presión que supone estar en la primera línea de la batalla el resultado puede comprometer la autocura. En muchas ocasiones, cuanto más estrés hay en el ambiente y cuanta más carga de trabajo se sostiene, más se tiende al descuido y a la desatención personal. A procrastinar el descanso, el ocio, el placer y los espacios personales. Este arduo sacrificio se realiza en beneficio del cumplimiento de las responsabilidades, de los objetivos propuestos y para dar respuesta a las demandas del proyecto correspondiente.
Hay profesiones que no “entienden” con facilidad de días ni de horarios. En el contexto deportivo, es durante el fin de semana, el tiempo de descanso y de desconexión, cuando se concentran la mayoría de las competiciones y de los eventos deportivos. Entre semana se acumulan las sesiones de trabajo con los deportistas, entrenadores u otros agentes deportivos. En función de la carga laboral, si esta es elevada, como es mi caso, y faltan espacios de tiempo suficientemente prolongados para realizar tareas que requieren de una cierta concentración, a menudo se tiene que echar mano de algún día libre para realizarlo comprometiendo la conciliación y el bienestar. ¡Un verdadero tetris!
En todo esto, existe una voluntariedad por parte del profesional y depende de él o ella su adecuada (o no) gestión. Aun así, es fácil caer en el lado oscuro y dejar que la vocación acabe por ocupar un espacio grande (o casi todo) de la vida. Expresiones como: “Ahora no puedo parar”, “Necesito concentrar toda mi energía para x”, “Necesita(n) que este allí” o similares, se erigen como las trampas mentales para desembocar en la falta de salud. ¿Y TÚ qué necesitas?
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