30/10/2025
Después de más de 25 años trabajando con niños con autismo, he visto muchas veces la misma escena…
Un niño entra en crisis.
Y su madre, desesperada, intenta calmarlo con palabras:
“Tranquilo, respira, dime qué te pasa…”
Pero cuanto más intenta ayudar, más se intensifica la crisis.
Cuando conocí la historia de Lucas, entendí que lo que pasaba no era falta de amor ni de paciencia…
Era falta de comprensión sobre lo que realmente ocurre en su cerebro en ese momento.
Durante una crisis, el cerebro del niño no puede procesar lenguaje.
Cada palabra, aunque venga desde el cariño, se convierte en más ruido.
Por eso, con Lucas trabajamos algo diferente:
🟡 Reducir las palabras, no aumentarlas.
🟡 Usar gestos simples o imágenes en lugar de frases largas.
🟡 Introducir música rítmica y predecible para ayudar a regular.
Y lo que sucedió después fue increíble:
Por primera vez, Lucas se calmó en minutos, no en horas.
No porque su madre dijera más… sino porque aprendió a hacer menos, pero con intención.
A veces, lo que necesitamos no es más información, sino alguien que nos acompañe, nos guíe y nos escuche.
Alguien que entienda que detrás de cada crisis, hay una necesidad de conexión.
💬 Comenta APP y trabajemos juntos durante una semana.
Descubre cómo la música, la empatía y el acompañamiento pueden cambiar la forma en que te comunicas con tu hijo.