31/10/2025
En más de quince años acompañando desde Emotiva, casi nunca hemos recibido a criaturas que hayan ejercido acoso.
Sobran dedos para contarlas.
Y eso no es casualidad.
Ni porque no ocurra, sino porque seguimos sin poder mirar ahí.
Pero educar también es mirar donde duele.
Porque cuando el daño lo causa nuestra hija o hijo, algo en nosotras se bloquea: la vergüenza, la culpa, el miedo a ser señaladas.
Y entonces callamos, justificamos, minimizamos.
Pero ese silencio también dice mucho de cómo, como personas adultas, seguimos prefiriendo proteger nuestra imagen antes que revisar lo que realmente está pasando.
De cómo, creemos que para protegerle, negamos lo que pasa.
Le quitamos importancia.
Decimos que fue una broma, que la otra persona también provocó, que son cosas de infancia.
Pero no lo son.
Negar el daño no lo repara.
Solo lo perpetúa.
Cuando una niña o un niño acosa, no necesita castigo ni etiquetas.
Necesita comprensión y límites.
Necesita personas adultas que no se justifiquen por ella o por él, sino que acompañen a mirar lo que hizo.
A entender el impacto de sus actos, a sostener la culpa sin hundirse, a reparar desde la responsabilidad.
Porque sentir culpa —de la que incomoda, de la que duele— tiene sentido cuando abre camino al cambio.
Esa culpa sana no destruye: construye conciencia.
Acompañar a una criatura que ha hecho daño es un acto de valentía.
Requiere poner el foco no solo en “qué ha pasado”, sino en “qué necesita para no volver a hacerlo”.
Y eso solo puede hacerse desde la presencia, no desde la negación ni desde el castigo.
El bullying no se soluciona solo protegiendo a las víctimas —que, por supuesto, merecen todo el cuidado—, sino también acompañando a quien agrede.
Porque si nadie le ayuda a entender su violencia, solo aprenderá a esconderla mejor.
Ojalá más escuelas, más familias y más espacios terapéuticos se atrevieran a mirar ahí.
A sostener la incomodidad de reconocer que también nuestras hijas e hijos pueden hacer daño.
Y que incluso ahí, también hay posibilidad de cambio, de reparación y de humanidad.