13/11/2025
¡FORT…DA!
Freud introdujo el episodio "Fort-Da" en su obra "Más allá del principio del placer" en 1920. El término deriva de las palabras alemanas "fort" (se fue) y "da" (allí), reflejando el intento del nieto de Freud por comprender la experiencia de la separación de su madre.
Freud basó su análisis en las observaciones del niño, quien participaba en un ritual de juego repetitivo que consistía en la desaparición y reaparición de un carrete de hilo.
El niño, de aproximadamente un año y medio, lanzaba un carrete de madera, exclamando "fort" cuando desaparecía, y luego lo recogía, diciendo "da" cuando reaparecía. Esta acción repetitiva intrigó a Freud, impulsándolo a explorar las implicaciones psicológicas más profundas que subyacían al juego del niño.
Freud interpretó el episodio "Fort-Da" como una representación simbólica del intento del niño por afrontar la ansiedad por separación de su madre. En el juego del niño, el acto de tirar el carrete y luego traerlo de vuelta servía para dominar el concepto de ausencia y presencia, pérdida y regreso. El niño ejercía así un control mental sobre la percepción de la desaparición y reaparición de su madre.
Freud nos dice:
«Este era, pues, el juego completo —desaparición y reaparición— del cual uno solía presenciar solo el primer acto, repetido incansablemente como un juego en sí mismo, aunque el mayor placer sin duda residía en el segundo acto». (p. 201)
Este juego, según Freud, reflejaba el cuestionamiento del niño ante la partida y el regreso de la madre: una forma de afrontar y dominar la ansiedad provocada por la separación. El acto de decir «fort» durante la desaparición y «da» al reaparecer reflejaba el intento del niño por crear una sensación de previsibilidad y control sobre la naturaleza impredecible de la ausencia y la presencia materna.
Este episodio permitió a Freud profundizar en una cuestión fundamental: ¿qué desea una madre? En la relación entre madre e hijo, el deseo de la madre nunca se centra exclusivamente en el cuidado del niño. Con el tiempo, resurge un deseo que la lleva a otra parte.
Es amor, pasión, vocación.
Entonces el niño se preguntaría: "Si mamá no está aquí conmigo, ¿adónde va? ¿Qué la impulsa a querer alejarse de mí?"
Estas son las profundas raíces del complejo de Edipo y la relación entre sujeto y Otro. Solo la existencia de un más allá, capaz de captar el deseo materno, permitiría al niño distanciarse, experimentar a solas con su propio deseo.
*Gianfranco Ricci/ Psicoanalista