28/11/2025
El Teatro-Foro es un lugar donde lo político y lo íntimo se rozan. Un espacio para mirar de frente lo que nos oprime y duele, para poner en escena historias de violencia y dejar de normalizarlas. No solo en sus formas visibles, sino en la cultura que las sostiene.
No buscamos la catarsis ni que el público “explote”. Buscamos desvelar, nombrar y abrir espacios donde hablar, generar diálogos comunitarios, interpersonales e internos.
También buscamos “poner el cuerpo”, actuar el cambio que deseamos ver. Personalmente, creo profundamente en la necesidad de actuar físicamente el cambio, subirse a escena, desaprender gestos e incorporar otros… pero a veces no se puede, no tan rápido.
Lo comprobamos en los primeros foros posteriores a "Pero vamos a sentarnos", nuestra última obra para la prevención de las violencias sexuales.
El otro día, después de un largo silencio, un joven dijo con claridad: “Es que estos temas son muy tabú. Se silencian. No es fácil hablar de ello”. Las 120 personas presentes asentían.
El primer paso del foro es reconocer juntxs que lo que ocurre en escena también ocurre en la vida, y duele. Romper el silencio y nombrar experiencias en torno a las violencias sexuales ya es un gran avance.
En los foros posteriores a "Pero vamos a sentarnos" suele pasar algo parecido: hace falta tiempo para que la palabra se abra, para que lo no dicho se atreva a salir. Tiempo, proceso, cuidado y escucha son esenciales. No se pueden forzar ni acelerar.
En cada función es sorprendente ver la potencia de ese despertar colectivo: reconocer que nos cuesta hablar ya transforma algo; decir en voz alta lo antes silenciado empieza a mover el mundo.
Y entonces alguien se levanta, habla a un personaje, o incluso sube a escena. Ser testigo de ese camino es profundamente estremecedor. Quizá sea la obra donde más difícil está siendo que el público actúe en escena en más de 15 años de práctica, pero cuando sucede, algo potente está ocurriendo. No tengo duda.