19/10/2025
Las relaciones se transforman según las contingencias que las mantienen. Cuando una pareja comienza, las conductas del otro (su forma de mirar, reír, tocar o cuidar) funcionan como reforzadores positivos: despiertan interés, placer, conexión.
Pero con el tiempo, si esas interacciones se acompañan de reproches, indiferencia o evitación del conflicto, las mismas conductas empiezan a asociarse a consecuencias desagradables.
El sistema relacional cambia: ya no actuamos para acercarnos, sino para evitar el malestar. Y ahí, sin darnos cuenta, el amor empieza a gobernarse por el miedo (al rechazo, a la crítica, al abandono).
Las funciones emocionales de los eventos humanos se modifican por las consecuencias que siguen a nuestras acciones. No es que el amor “muera”, sino que pierde su poder reforzante cuando lo asociamos a dolor, exigencia o defensa constante.
📖 Luciano, M. C., Gómez, I., & Valdivia, S. (2002). Consideraciones acerca del desarrollo de la personalidad desde un marco funcional-contextual. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, 2(2), 173–197.
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