12/11/2025
Hace unos días, una de las mujeres del retiro me preguntó:
“¿Desde cuándo tienes esta relación tan especial con el agua?”
Y me quedé en silencio.
Porque nunca me lo había planteado.
No vengo de una familia de marineros,
nadie me enseñó a nadar con los ojos cerrados,
ni me habló del agua como un templo.
Y, sin embargo,
cuando entro en el mar,
todo mi cuerpo recuerda.
No sé si es algo antiguo, o si siempre fue mío.
Solo sé que en el agua soy.
Sin esfuerzo. Sin miedo.
Como si me devolviera a casa.
Quizás por eso conocí a mi marido buceando.
Quizás por eso me pidió matrimonio debajo del agua.
Y quizás no sea casualidad que mi primer hijo naciera el Día Internacional del Agua.
Hay algo más grande que me une a este elemento. Algo que me guía.
Y desde ese hilo invisible nació este retiro: Mujeres Oceánicas.
Un espacio para recordar la suavidad y la fuerza que conviven dentro de nosotras.
Gracias infinitas a Marta por querer soñar este proyecto conmigo,
y a todas las mujeres que se atrevieron a venir,
a pesar del miedo, de las dudas, de las corrientes.
Porque sí, fue un retiro de agua… pero no sin tormenta.
Media isla estaba cerrada por las 150.000 lubinas muertas,
mi hijo se puso malo,
el mar se mostró bravísimo,
y una de las chicas se rompió la muñeca.
Y aun así…
me sentí liviana.
Muy agua.
Muy rodeada.
Hay algo que sucede cuando nos permitimos fluir incluso entre el caos.
Cuando no queremos controlar la marea, sino entregarnos a ella.
Compartir Aguahara con 20 mujeres fue un regalo que no podré olvidar.
Observar sus cuerpos danzando en el agua,
sus respiraciones entrelazándose,
sus miradas entregadas al flotar…
eso no tiene precio.
Ese día confirmé algo que siempre intuí:
🌊 El agua no solo limpia. Recuerda. Despierta. Y nos devuelve al origen.
Gracias, mujeres oceánicas, por recordármelo una vez más. 🩵💙🩵💙