15/05/2024
Sin darnos siquiera cuenta podemos entrar en un ciclo de anticipar y controlar nuestro día a día 🧐.
De entrada podemos pensar que planificar las cosas está bien y resulta útil. Sin embargo, en la otra cara de la moneda podemos encontrarnos con la frustración de que lo que habíamos planficado no salga bien. Para muchas personas este ciclo genera una gran ansiedad y malestar.
Además, planificar nuestras cosas a nivel individual puede resultar más sencillo. El problema mayor surge cuando queremos controlar algo que no depende solo de nosotros o algo que ni siquiera podemos controlar.
Imagina que has quedado a las 18 horas con tu mejor amiga y vais a ir a un bar donde tienen un cóctel 🍹que os gusta mucho. Al saber que todo está organizado sentirás paz y tranquilidad. Sin embargo, cuando llegue el momento, puede que tu amiga llegue tarde, que el bar esté cerrado, que ya no tengan ese cóctel que te gustaba o incluso que tú llegues tarde porque el bus se ha retrasado.
Parece una tontería, algunas personas pensarán que siempre habrá planes alternativos. Sin embargo, para quien quiera controlar todo puede ser terrible tener que lidiar con estas situaciones.
Todo esto tiene que ver con algunas distorsiones cognitivas, por las que intentamos anticipar el futuro 🔮, o por las que pensamos que si todo está ordenado nada puede salir mal.
¿Y de dónde viene todo esto? La persona que controla ha aprendido a hacerlo a lo largo de su vida, seguramente como un mecanismo de defensa ante los imprevistos de la vida, puede que también tenga un poco de personalidad perfeccionista o que tenga en el fondo mucho miedo a que le hagan daño o a sufrir.
Aprender a identificar este control y exponernos al descontrol, para acostumbrarnos a él, es esencial para mantener nuestra mente sana.