30/05/2015
Cada uno debe de llevar su camino en la vida. La profesión de psicólogo, especialmente en su versión clínica, es compleja. Se necesita mucha formación y experiencia para evaluar correctamente a una persona y tomar su diagnóstico como principal orientación hacia la modificación de conducta, nunca como estigmatización. A veces existe una competitividad tan feroz entre los propios profesionales psicólogos, que algunos pueden entrar a desvalorar e incluso descalificar a otros. O, sencillamente, por desesperación ante la aguda crisis que experimentamos, hay psicólogos que rebajan los precios de sus terapias a lo que se cobra por un corte de pelo. Eso, no sólo no es legítimo con sus compañeros de profesión, sino que es tirar por tierra la profesión, haciendo que una formación psicológica y a veces médica multidisciplinar, que ha de ser tan exhaustiva en sus protocolos para ser científica, y obtener resultados contrastables y demostrables, se devalúe por completo a precio de saldo, tirando por tierra muchas veces el esfuerzo y el trabajo de 8 años o más de estudios, publicaciones, trabajos y tesinas. Muchos profesionales consideramos a la profesión de psicólogo una profesión o especialidad médica más, y estamos en contra de esa mala praxis. Estamos profesionales que preferimos ofrecer un servicio de calidad, a un precio razonable según el mercado actual, en lugar de ofrecer una terapia barata que no solucione nada en ese paciente. Sería como no tomar en serio la profesión de psicólogo, y además hacer al paciente que tire su dinero. En Omega Psicología, tal y como nuestro colegio nos aconseja, estamos en contra de esta práctica que no beneficia de forma real al paciente en la relación coste-beneficio, y además desprecia el trabajo de los compañeros psicólogos de profesión y de la propia psicología. Desde aquí queremos apoyar a todos los psicólogos que realizan una psicología científica, es decir cognitivo conductual, que dan buenos resultados a los pacientes con sus terapias, y que facilitan a las personas el realizar su terapia con descuentos razonables, sin ser abusivos en sus descuentos para no minusvalorar la profesión ni el trabajo de sus compañeros.
