17/02/2022
Probablemente muchos de nosotros nos hemos topado en algún momento de nuestra vida con esta frase, bien como protagonista o bien como testigo. Conectar con nuestro dolor no es tarea fácil, y escuchar sufrir a un ser querido tampoco.
Basta recordar esas frases tan duras, que muchos de nosotros hemos oído (o dicho) a lo largo de nuestras vidas:
“Ya está bien”
“No es para tanto”
“Hay personas que están peor”
“A los demás también nos pasan cosas”
“Ya se te pasará”
“Estas exagerando”
“Estas dramatizando”
Estas frases que minimizan, relativizan y niegan el sufrimiento psíquico son como puñales en el medio de un corazón resquebrajado, e indudablemente lo terminan de romper.
Sin embargo, no son frases de personas frías, severas o sin empatía, ni siquiera de personas extrañas, pueden venir de nuestros seres queridos, de humanos que se incomodan ante el dolor propio y el ajeno, que no están enseñados a tolerar o a soportar emociones complejas, que simplemente no saben siquiera la relevancia del mundo emocional, porque nadie nos lo ha enseñado.
Como un ejemplo, basta recordar que, En España, si te casas, te dan 15 días de licencia laboral para disfrutar de la “Luna de miel”, pero si esa misma persona con quien te has casado muere, te corresponden 3 días de luto.
Esta es la sociedad en la que vivimos. Una sociedad que nos obliga a mirar hacia el futuro sin vivir el presente o procesar el pasado.
Nos abruma escuchar “no estoy bien”, no sabemos qué hacer y muchas veces, nos sale responder con una solución para huir del dolor, de esa incomodidad propia ante lo que sentimos cuando alguien se nos pone a llorar de frente y no tenemos consuelo.
Es relevante empezar a usar la escucha como herramienta parar intentar acompañar a una persona que sufre y, sobre todo, escuchar nuestros propios sentimientos, y conectar con nuevas vías para tolerar nuestro sufrimiento.