22/09/2025
✨ “*El orgullo levanta muros, la humildad abre caminos*.”
El orgullo, cuando se desborda, se parece a un veneno invisible.
Al principio parece darnos fuerza: nos sostiene erguidos, nos hace sentir seguros, incluso invencibles. Pero poco a poco, como el veneno que recorre silencioso las venas, va endureciendo el corazón. Nos aleja de los demás, nos cierra la boca cuando necesitamos pedir ayuda, nos impide reconocer errores y nos niega el gozo de aprender de otros.
Ese orgullo que no sabe doblegarse acaba siendo una cárcel: nos encierra en la idea de que siempre debemos tener razón, de que mostrar fragilidad es perder. Y así, la vida se hace estrecha, árida, sin la frescura que nace del intercambio sincero.
El antídoto no es anularnos ni renunciar a nuestra dignidad. El antídoto es la humildad luminosa, la que nos recuerda que somos humanos en camino, que equivocarse es parte del vivir, que pedir perdón abre más puertas que cerrarlas, y que aceptar ayuda no es signo de debilidad sino de sabiduría.
Cuando el orgullo se convierte en veneno, la humildad se vuelve medicina: suaviza, limpia, devuelve la ternura al alma y la calidez a los vínculos. Porque al final, no se trata de tener siempre la razón, sino de abrir espacio al encuentro, al aprendizaje y al amor.
Escrito por Julia Toro
Eres Magia