29/12/2016
Unas 600 personas tuvieron el honor de acudir a la última charla que el gran Josep Brugada (la eminencia mundial en arritmias cardíacas) ofreció en Asturias.
Nada más presentarse preguntó:
-¿Cuántos de ustedes creen que corren el riesgo de morir hoy aquí, en esta misma sala, a consecuencia de un incendio?
Risas, comentarios, cachondeo. Por supuesto, nadie levantó la mano.
-¿Y cuántos de ustedes creen que podrían estar en riesgo de morir hoy, aquí, en esta misma sala, de muerte súbita?
Los comentarios cesaron de golpe.
-Yo se lo voy a decir. Si ninguno de los presentes tuviera ningún factor de riesgo cardiovascular, la posibilidad de padecer una cardiopatía congénita que pudiera provocar muerte súbita eléctrica (es decir, fibrilación ventricular) sería de 1 de cada 250 personas. Si alguno de ustedes fuma, es hipertenso, tiene el colesterol alto o ha tenido anginas o infartos previos, esa cifra se dispara en relación con la cardiopatía isquémica. Hagan ustedes mismos los cálculos.
Mientras todos nos mirábamos entre nosotros, hizo otra pregunta.
-¿Cuántos extintores pueden ustedes contar en esta sala?
-4.
-¿Y cuántos desfibriladores?
Silencio. Ninguno.
-Tal vez, con un poco de suerte, haya uno en alguna parte del edificio. Pero no apuesto por ello. ¿Me equivoco?
"No", fue el susurro colectivo.
-¿Se dan ustedes cuenta de que hay 4 dispositivos salvadores para una eventualidad que es harto improbable que llegue a ocurrir, y ninguno para una amenaza que es más que real, y que mata a 20 personas al día en España?
Silencio sepulcral.
-Pues mientras no llegue a haber tantos desfibriladores como extintores al alcance de la población, no se podrán revertir las cifras de muerte súbita en este país.
A ver quién refuta estas palabras, por más "argumentos" económicos, políticos o administrativos que quiera emplear.