Quiero dar la mejor atención de la que soy capaz como médico, y ayudar a que los pacientes estéis cada vez más seguros de la existencia de una solución posible para vuestro Vitíligo, usando para ello las herramientas que ofrecen las nuevas tecnologías, aunque sin perder de vista el contacto personal y siempre con el vínculo de la máxima confianza. Para lograr la confianza de los pacientes mis principios son:
1. De nada sirve ser un buen médico sin alcanzar a los pacientes. En el caso de esta enfermedad los pacientes se encuentran repartidos por todo el mundo. Estoy disponible (salvo causas de fuerza mayor) los 365 días del año.
2. La Comunicación. Me gusta explicar usando un lenguaje comprensible, el sentido común y a veces el humor. A pesar de una distancia que incluye hasta océanos, puedo mantener un intenso diálogo con mis pacientes de Vitíligo.
3. La Diferenciación. Aunque cada Vitíligo es tan diferente como la persona que lo padece, hay diferentes tipos y hasta los expertos nos enfrentamos a preguntas sin resolver, existe un tratamiento estándar con muy buenos resultados que puede ser adaptado perfectamente a las necesidades de cada persona.
4. El Seguimiento. Si bien casi todos los casos pueden ser analizados en una sola consulta inicial, resolverlos a veces requiere meses. Por ello, lo realmente importante es seguir el proceso con una atención personalizada constante hacia el paciente.
5. La Comprensión: Aunque ningún paciente de los casi 5000 que he visto es “presumido”, todos se ven como en un escaparate muy en contra de su propia voluntad, diariamente expuestos a las miradas curiosas y al reflejo del espejo. Y sufren. Quiero contribuir a cambiar esta situación.
6. La Eficiencia económica: Lamentablemente las compañías aseguradoras colocan el Vitíligo en el rincón de un mal estético (y se equivocan). No puedo cambiar esta postura. No obstante, realizo una gestión lo más eficiente posible de mis recursos, a fin de ofrecer el mejor asesoramiento al mejor precio.