11/05/2020
Cuando recuerdo cómo empezó esto del confinamiento, y conecto con la vivencia de las primeras semanas, me sorprende igual que lo hizo entonces, la sensación de bienestar que me invadió. En unos pocos días habían desaparecido la ansiedad, el cansancio y el enfado. De nuevo, volvía a sentir que fluía con mi vida y con cada hora y con cada día. Lejos de colocarme en el miedo y el agobio, agarré la incertidumbre como un regalo. Era un golpe de realidad que me dejaba claro que casi nada está bajo mi control, y ante ésto, la única alternativa era dejarme estar en puro presente. Y entonces volví a sentirme como en mi primer puerperio….
Recuerdo los primeros días con mi primer cachorro, intentando entender desde la cabeza, apuntando las horas de las tomas, tratando de buscar patrones, sin éxito. Hasta que algo hizo clic en mí, solté el reloj y me dejé llevar. Empecé a mirarlo de verdad, a reconocerlo, a fiarme de mis pechos y de mi instinto, a comer a las cinco de la tarde y a dormir a las once de la mañana. A tumbarme a “cachorrear” a su lado, aunque hubiera tareas que hacer, o mensajes que responder o personas con las que quedar. Me sentía ligera, poderosa, plena…
Y lo he vuelto a sentir. Ha sido como un tercer puerperio, esta vez de dos. Dejando a un lado el reloj y un sinfín de tareas consecutivas milimetradas para que todo quepa. Dando tiempo a sus tiempos, sin prisas de nuevo, dándome tiempo para mirarles y entender en qué están en cada momento, y enterándome de en qué estoy yo, permitiéndome lo difícil y disfrutando de lo fácil. Subiendo la oxitocina a base de abrazos sin fin, de uno, del otro, de los dos. Volviendo a jugar como única tarea, recuperando a mi niña por unas semanas.
Sé que mis condiciones son privilegiadas. Pero no me quito el mérito de haber sabido agarrarlas de la mejor manera. Ésta ha sido mi vivencia, y ahora que aparece en el horizonte la “nueva normalidad”, me da miedo olvidar lo vivido. Y escribo esto como un ancla que me impida perderme de nuevo.
PD: la fotografía es del puerperio de mi segundo cachorro