16/07/2022
A veces luchamos contra nosotros mismos sin darnos cuenta. Aparece un estímulo o una situación que nos desborda. En cuestión de instantes nos sentimos paralizados y bloqueados. Querríamos dejar de actuar como hacemos siempre, pero es como si fuerzas que no podemos entender nos retienen. Tratamos de luchar y de encontrar las salidas a la situación, pero volvemos a caer en lo mismo.
¿Cómo puede darse esta paradoja que nos genera tanto sufrimiento? ¿Cómo podemos ser a veces nuestros peores enemigos?
La respuesta a esta pregunta muchas veces viene de un entendimiento más profundo del sistema nervioso.
Cuando existe una situación de intensidad abrumadora se activan dos ramas con energías opuestas en nuestro sistema nervioso. Se activa la rama de la movilización y la lucha y al mismo tiempo se activa la rama de la parada y la inmovilización. Este juego de fuerzas que luchan la una contra la otra nos puede hacer sentir completamente impotentes. La mente querría resolver el problema, pero es un asunto fisiológico que se escapa a nuestros deseos racionales. Nuestro cerebro reptiliano se halla en el dilema de salvarnos la vida mientras que nuestro cerebro cortical quiero una versión mejor de nosotros mismos. Cuando entendemos el trauma como un asunto fisiológico aparece esperanza en lo que antes parecía inabarcable.
Estos y otros conflictos los abordo en psicoterapia desde el cuerpo. Esta es una vía para abrir espacios que antes parecían imposibles.
Si te sientes identificado con este texto quizás te apetece probar a abrir nuevas posibilidades para tu vida, estaré encantado de entrar en la aventura contigo.
Ignacio Parra
Psicólogo Majadahonda, Psicoterapeuta Gestalt y experto en terapia psicocorporal.